Crítica de «Reflejado» de Juan Baldana (2024)
El director Juan Baldana estrena su nueva ficción tras cosechar éxitos bien aprovechados con algunas miniseries futboleras centradas en los más recientes campeones del mundo. Con experiencia en varios proyectos entre chicos y medianos, seguramente esta logre captar algo más de atención que sus esfuerzos anteriores. Basada en la novela «Limpiavidrios», la película tiene una premisa que sirve como más que prometedora contratapa que invita a apostar por sus páginas: Un joven comienza como ayudante del limpiavidrios de un edificio en el centro porteño, pero rápidamente quedará como el único a cargo de colgarse con las sogas para limpiar todos y cada uno de los ventanales que esconden secretos que le han advertido más de una vez no deben tentar su mirada. La intriga corporativa mezclada con cuestiones sociales indicaría un relato con ingredientes más que suficientes para conseguir un entretenimiento con algo de profundidad. Lamentablemente Baldana se muestra capaz de llevar adelante el proyecto desde la parte visual, de montaje y producción, pero también como un realizador que no advierte que no hay nada más importante para un buen resultado que un buen guion.
Lo que comienza mostrándose como los primeros pasos de un thriller que puede llegar a estar guardándose varias cartas en la manga, no tardará mucho en revelar que no posee los recursos necesarios para desarrollar lo que sea que está queriendo contar. Personajes con peso incierto en la trama y de intervenciones erráticas, una absoluta falta de comprensión por el comportamiento humano o de cómo funcionan primero los trabajos en general y segundo el de limpiavidrios de edificios en particular. Todas esas son cosas de vital importancia que alguien muy despistado podría desestimar como pequeñeces, pero la realidad es que la cinta le pone muy difícil al espectador poder dejar todos los posibles detalles de lado cuando no hay una idea clara acerca de lo que le debería interesar no sólo a las audiencias sino a los mismos realizadores. Esta es una película que no parece haber tenido ningún fin más que completarse en sí misma, un uróboro cinematográfico vacío de valor alguno. Casi que sirve como ejercicio para ver cómo sería producir un guion escrito por una IA sin supervisión humana, que repite escenas del protagonista emborrachándose o mirando el horizonte como único desarrollo del personaje ya que eso es lo único que puede ver y repetir de otras producciones sin molestarse en interpretar o intentar comprender.
En un film en el que la técnica competente es una de las pocas cosas manteniendo a flote la experiencia, los momentos de silencios en los que el diálogo se toma un respiro suelen ser pequeños oasis para la audiencia. Desafortunadamente, «Reflejado» condena a sus espectadores a una sed interminable por cualquier atisbo de interés. Este es uno de esos proyectos en los que con el correr de las escenas uno empieza a comprender que tener esperanzas por siquiera un correcto funcionamiento está muy por encima de lo que se puede esperar de él. Cada silencio vale tan poco en pantalla como el terrible diálogo que miembros experimentados del elenco hacen lo posible por levantar. Tanto Germán da Silva, Nancy Duplaá, Juan Palomino, Luis Ziembrowsky y Pablo Finamore logran que sus escenas individuales se sostengan con actuaciones que engañan lo suficiente como para creer que hay algún tipo de maquinación detrás del esqueleto vacío de intención que ni siquiera puede llegar a llamarse narrativa. Algunos de ellos con poquísimos minutos en pantalla, otros con monólogos desconsiderados que los fuerzan casi a dirigirse solos e incluso un par apuntando a las estrellas con alguna lágrima o tragos ofrecidos a una imagen del general San Martín. Punto aparte para Nazareno Casero, quien hace justicia a un rol protagónico que tenía la imposible tarea de sostener este proyecto con la valiente decisión de evocar entonces el carisma y presencia de un cero a la izquierda.
Como pasa con tantas otras año tras año, esta no es una buena película. El problema que destaca a «Reflejado» es que más allá de su calidad, no parece siquiera entender cuál deberían haber sido sus intentos por ser una mejor experiencia para el espectador. Cuando un proyecto tiene como único fin darle trabajo a los cientos o miles de trabajadores que lo componen en todas sus líneas, por lo general trae consigo cierto profesionalismo cuanto menos accidental. En este caso, la fotografía, la producción y el montaje hacen lo posible como para que el minuto a minuto engañe a los sentidos en hacerle creer a la audiencia que lo que está viendo funciona como película. Pero ese es el problema con algunos trucos y engaños, no hay nada detrás de todo su humo y espejos.
Puntaje:
Leandro Porcelli