Crítica de «Wolfwalkers» de Tomm Moore, Ross Stewart (2020)

El estudio de animación irlandés, Cartoon Saloon, que hace años nos viene brindando grandes relatos como «The Secret of Kells» (2009), «Song of the Sea» (2014) y «The Breadwinner» (2017), nos trae una emotiva y maravillosa película que se presenta como uno de los relatos más destacados en materia del cine animado del año pasado.

«Wolfwalkers» es la tercera entrega de la llamada «Irish Folklore Trilogy” dirigida por Tomm Moore, comprendida por este peculiar film y los dos primeros largometrajes del estudio. La obra emplea una técnica de animación en dos dimensiones bastante atractiva y con una vuelta de tuerca moderna que la hace bastante única y visualmente expresiva.

La historia, como dijimos, si bien es una fantasía de aventuras, utiliza el folclore irlandés para contar las peripecias de una niña, Robyn Goodfellowe, la cual vive en un pequeño poblado irlandés donde reina la superstición y la magia. Ella y su padre, Bill (interpretado por Sean Bean), son dos ingleses que habitan en el lugar bajo las órdenes del señor Protector que quiere deshacerse de los lobos que residen en el bosque aledaño el cual están talando para expandir su poblado. La pequeña niña desea convertirse en cazadora y ayudar a su padre a cazar a los despiadados lobos, pero la situación cambia rotundamente cuando Robyn se cruza con Mebh, una niña que vive en el bosque. Su amistad la lleva a conocer el mundo de los denominados «Wolfwalkers», transformándose en aquello que su padre y ella misma querían destruir.

Este sentido largometraje no solo es un relato entretenido para los más pequeños, sino que se toma el tiempo de construir una fábula maravillosa con un costado ecológico, una complicada relación padre-hija en busca de un punto medio donde reine el entendimiento y la comprensión, así como también una crítica al imperialismo inglés. El guion es uno de los fuertes del film, al igual que el elenco que compone las voces de estos entrañables personajes, su estética visual y sonora en armonía con la tradición celta y, asimismo, el diseño de dichos protagonistas que es muy distintivo y bello.

Lo interesante es que, si bien la animación es en dos dimensiones, la historia desborda personalidad y originalidad por todos lados, ya sea en la paleta de colores empleada, así como también en sus recursos visuales y en la misma forma en que se narran algunos acontecimientos como los puntos de vista de las diversas transformaciones.

Lo realizado por Cartoon Saloon en esta oportunidad es uno de eso relatos de los que no abundan tanto hoy en día en la animación, con un estilo alejado de toda la estridencia y frenetismo de las producciones actuales, y más en consonancia con la animación más artesanal propia de otras épocas. No obstante, así como parece un cine yendo en una dirección opuesta con un ritmo menos vertiginoso y más abocado a una estética particular y un contexto bien marcado, «Wolfwalkers» también se presenta como algo innovador en sí mismo. Otra brillante historia de Cartoon Saloon, que cuenta con un gran guion y un trabajo impecable de animación. Probablemente la mejor película de animación de 2020, aunque no haya sido tan difundida o comentada como las de otros estudios.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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