Crítica de «Yo, Sandro» de Miguel Mato (2018)

«Yo, Sandro» es un documental de Miguel Mato, que se estrenó a sala casi llena en el Goumont. Con el relato en primera persona de Roberto Sánchez, a través de una entrevista en los años ’70, el film recorre momentos de la vida de ese hombre que se hizo ídolo.

El realizador, que cantaba en su juventud las canciones de Sandro, fue, recientemente, premiado por su película «Haroldo Conti, Homo Viator» que filmó en el 2009. El, también guionista, puso manos a la obra para hacer una película que hablara de la leyenda del cantante. Con sonidos y filmaciones originales de la época, reconstruyó la historia de un hombre que trascendió épocas y generaciones.

Si bien el sonido en algunos momentos hacía difícil seguir la entrevista, fue un acierto que fuera original. Las nenas de Sandro coreaban, en voz baja, sus canciones desde las butacas, demostrando así que la sandromanía sigue vigente, a pesar de su ausencia.

Miguel Matos hace hincapié desde su obra en la laboriosidad de Sandro, en esa pulsión de estudiar y trabajar para dar más calidad a sus shows, algo que lo hace crecer e innovar permanentemente. El film muestra la relación de cuidado y respeto que siempre quiso tener el cantante con sus fans. Había mucho más que sex appel en el ídolo y eso se plasma muy claro en el film.

El director aclara que la película empezó hace cuatro años atrás. Para la realización del proyecto, el también guionista Miguel Mato contó con un invalorable audio del propio Sandro contando su historia.  Esas dos cintas del año ’70 en pleno esplendor del artista le dan al relato la pasión propia del ídolo de América. La manera de contar de Roberto Sanchez su propia historia es un plus emotivo y genuino que traspasa la pantalla. Con partes ficcionalizadas, escenas de sus películas y material inédito de las filmaciones hechas por el cantante, y fotos no conocidas de su intimidad, se complementa este documental. Con banda original a cargo de Esteban Morgado, que recrea las canciones de Sandro, el documental fluye. Con yapa al final, de las entrevistas al Puma Rodriguez y a la cantante portoriqueña Lupita, es imposible no irse del cine cantando bajito.

En el film se logra transmitir esa emoción propia de los recuerdos. Allí estaba desde el riachuelo y el conventillo hasta el click del encendedor malboro inseparable y en el medio: la imponente Nueva York y la vida de un hombre con valores, con mucha pasión que logró trascender el tiempo y llega a través de las generaciones.

Todos, algunos más, algunos menos, quieren saber de qué se trata «Yo, Sandro, la película».

Puntaje:

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Mónica Gervasoni

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