Entrevista a Natalia Meta, directora de «El Prófugo»

Hace poco se estrenó «El Prófugo», el segundo largometraje de Natalia Meta, que resultó ser una grata sorpresa dentro de la cartelera nacional, porque nos cuenta una historia atractiva, original y con algunas problemáticas bastante interesantes, enmarcada, de manera eficaz, dentro del cine de género.

El mismo se centra en Inés (Erica Rivas), una doblajista que trabaja en películas que parecen pertenecer al exploitation y también participa como cantante en un coro. Tras un viaje bastante traumático junto a su pareja (Daniel Hendler), su mente parece comenzar a confundir y a mezclar la frontera de lo real con la del imaginario/onírico. Con algunas pesadillas y cierto «sonido» o «prófugo» que parece colarse en sus cuerdas vocales, Inés siente una sensación peligrosa que le dejan tanto sus vividos sueños como los seres (ya sean reales o imaginarios) que la rodean.

La película no solo tuvo buena recepción entre la crítica y el público, sino que fue seleccionada para representar a nuestro país en el largo camino hacia los Oscars. En Cinéfilo Serial hablamos con Natalia sobre las distintas inspiraciones para hacer el film, los temas que aborda y el reconocimiento que recibió.

– «El Prófugo» es tu segundo largometraje como directora, ¿Qué aprendizaje te dejó tu experiencia en «Muerte en Buenos Aires» y qué sentís que pudiste corregir o mejorar en esta oportunidad?

– Fue un gran aprendizaje en muchísimos aspectos. Fue mi primera película, no tenía mucha experiencia. Aprendí mucho de la crítica, de cómo trabajar en equipo, pero sobre todo tuve que hacer un doblaje larguísimo, un auto doblaje de Demián Bichir, uno de los actores protagónicos, y ahí empecé a estudiar las distorsiones del sonido. Me empezó a fascinar mucho eso. Ya en ese momento empecé a escribir en la misma sala de sonido escenas que, con algunas modificaciones, quedaron en la película.

– El cine de género está pisando fuerte en los últimos años, y se está dejando de lado ese preconcepto sobre su calidad. ¿Qué es lo que te atrajo del terror o el thriller psicológico para situar la historia en dicho marco?

– Es difícil caracterizar esta película. De terror definitivamente no es, sino que está más relacionada a lo inquietante. También podría ser un thriller psicológico, una comedia, un drama, una historia de amor. Juega con los distintos géneros. Respecto al género, creo que siempre pisó fuerte, quizás lo que se está dejando de lado es el preconcepto sobre su calidad. Hay algo muy lindo del género, que es que establece una confianza con el espectador, también tiene un aspecto lúdico porque ya se conocen las reglas. Siempre hay un género de base que aparece, quiérase o no. A mí algo que me gusta especialmente del género del terror es que en general esas películas son como catálogos de formalismo y lenguaje cinematográficos muy claros porque lo aprovechan mucho.

– ¿Qué películas, relatos u otras influencias te inspiraron para crear el mundo de «El Prófugo»?

– Un montón de cosas me inspiraron. Cada vez que me hacen esta pregunta me acuerdo de algo nuevo. Obviamente «El mal menor» de C.E. Feiling, y sobre todo la teoría que está en el centro del libro, que es ese mundo onírico, que tiene una frontera con el mundo de la vigilia, y que hay seres que pueden cruzar y visitar este mundo y a veces quieren quedarse y encarnarse, que son los prófugos. También muchas películas de Leonardo Favio, «Dos Disparos» de Martín Rejtman, que tiene todo un tema con el sonido, «El cuerpo», una película que también me encanta, «Enemy» de Denis Villeneuve, las películas sobre doblaje, sobre todo las de Almodóvar, pero también «Berberian Sound Studio», «Cantando Bajo la Lluvia», «Mulholland Drive», «Vértigo». Después hubo otras cosas, como un relato de Joyce, «Los Muertos», donde hay una mujer que recuerda algo sobre un chico que se paró una vez debajo de su ventana que es como un sueño o pesadilla. Eso fue muy importante para la película no sé bien por qué pero fue una inspiración. De la época de cuando ya estaba el guion hubo un poema, «Canto Nupcial» de Susana Thenon, que es maravilloso y me acuerdo que lo leíamos mucho con Érica y nos ayudó a pensar cosas sobre el personaje.

– La película está basada libremente en «El mal menor» de C. E. Feiling, ¿Sentiste algún tipo de limitación en la trasposición del material al cine? ¿Qué cosas te atrajeron del libro para adaptarlo?

– Lo que más me atrajo fue esta idea de los prófugos, que ya comenté, este mundo casi localizado de los sueños con un grado ontológico propio. Todo eso me gustaba muchísimo, también la voz de la narradora, el personaje, el humor que tiene el libro. Por más de que es una historia mucho más truculenta y oscura, está plagada de humor y tiene una voz maravillosa. También me encantaba un recurso muy particular en cuanto a la voz del narrador, que no lo voy a contar porque espero que lean la novela los que no la leyeron, y los que la leyeron seguramente sabrán a lo que me refiero, y creo que ese elemento fue una de las claves para pensar por dónde llevar el libro al cine. Me pareció un libro que tiene muchísimas imágenes pero que no iban a funcionar de la misma manera ni con el mismo efecto en el cine, entonces preferí ir por el lado del sonido, que también me parecía que iba bien por la naturaleza que tiene el sonido, por esa cualidad que si bien no es incorpóreo para nosotros, lo parece: puede atravesar paredes, no cambia su naturaleza cuando pasa del cine a la vida. Me parecía que era muy lindo para poder, de alguna manera, encontrar un recurso para mostrar cómo opera la fantasía.

– El film consigue una mixtura muy lograda de tonos narrativos tan disímiles que parece un trabajo complejo tanto desde la concepción en el guion como desde lo interpretativo e incluso desde el montaje. ¿Cómo lograste dar con esa mezcla homogénea que se siente armónica?

– Muy buena la pregunta, es muy difícil. Eso es lo que me pregunto yo todos los días. A mí me parecía muy importante tener un borde por donde caminar a la película, como por un desfiladero entre el terror y el humor, entre el amor y el miedo. Pero eso era muy difícil porque a veces los planteos más clásicos dicen que esas cuestiones se cancelan, yo creo que no. Creo que eso puede ser cierto a nivel de la lógica proposicional, del razonamiento, de la ciencia, pero me parece que a nivel de una narración pasan cosas muy distintas. Para mí era muy importante mantener eso porque tenía que ver un poco con esta cuestión que traté de mantener en la película de que uno nunca pueda estar tan seguro de lo que está pasando, de cuál es la causa, cuál es la naturaleza de lo que ocurre, que siempre estuviera esa incertidumbre que me parece que es nuestra condición. ¿Cómo lo logré? Es la pregunta que me hacía todos los días y la conclusión a la que llegué es que me parece que ese tipo de ecualización y ajuste es el trabajo constante del director, del escritor, del pintor. Y es inexplicable, se logra rompiéndose la cabeza todos los días pensando cuál es el nivel adecuado, hablando muchísimo con los actores, probando distintas intenciones para poder verlas después en la sala de edición.

– ¿Te resultó difícil trabajar esa frontera entre el sueño y la vigilia o entre la ficción y la realidad?

– Sí, porque era el desafío de la película. Tratar sobre todo de borrar esa frontera pero que eso no resultara en una confusión. Me parece que tiene que ver un poco con esa forma que traté de buscar en la película.

– El terror siempre fue uno de los géneros más propicios para realizar profundas críticas sociales. «El Prófugo» habla por momentos sobre el machismo y las relaciones tóxicas, el deseo femenino, y las voces internas que surgen de lo profundo para visualizar ciertas injusticias. ¿Cómo hiciste para exponer estas cuestiones para que tengan el peso que tienen que tener, pero sin opacar a la historia?

– Es una pregunta que te agradezco mucho porque me parece que es clave. Creo que ya está todo planteado en la novela, si bien es de una época anterior, donde por supuesto ya estaba presente toda esta cuestión de feminismo, pero quizás no estaba tan sobre el tapete como ahora para nosotros. Lo de las relaciones tóxicas, el machismo, el deseo femenino, la relación con el mundo. Me acuerdo que el director de Berlín cuando aceptó la película me dijo «es como estar en la cabeza de una mujer», pero creo que estas cuestiones incluso lo trascienden. Para mí tienen mucho más que ver con cómo se desarrolla la película que si pertenece al género de terror o con la cuestión más superficial de la historia. Incluso lo fantástico está de alguna manera en función de contar todo eso. Ahora, ¿cómo hacer para contarlo sin que eso opaque a la historia? Eso es muy difícil porque lo que ocurre es que hay que darle una jerarquía a la historia. Lo lindo es que puedas reflexionar después y mientras estás en el cine puedas meterte en la historia y disfrutarla. Ponerte a pensar cuando estás en la sala es más difícil. Hay recursos que tienen que ver con la narración y con la estética que es difícil que dejen de funcionar y a la vez es difícil hacerlo funcionar de esa manera. Era importante que todo eso fuera algo que quedara para pensar por más de que uno obviamente lo va percibiendo durante la película, pero la idea era que tuviera preponderancia la historia. La manera de hablar sobre eso de una forma más efectiva era que sea más el paisaje y no el protagonista.

– Primero la película fue seleccionada por el Festival de Berlín y también tuvo una buena recepción en otros festivales. ¿Qué se siente todo ese reconocimiento a tu trabajo y también el hecho de haber sido elegida para representar a la Argentina en la pelea por un lugar en la próxima entrega de los Premios Oscars?

– La verdad es que es una alegría total que te seleccionen para un festival. Para todos los festivales pero el Festival de Berlín es muy prestigioso. Fue una alegría enorme y una sorpresa muy linda. Con Érica teníamos muchas ganas de estrenarlo ahí. Hacer una película es muchísimo trabajo, no solo de uno, sino de un montón de gente, así que todo el reconocimiento viene muy bien, tanto para uno como para todo el equipo y el elenco. También lo de los Oscars, que es un orgullo representar a la Argentina.

 

Martín Goniondzki

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