«Love, Victor»: más drama adolescente, igual de efectiva

El año pasado se estrenó «Love, Victor», una serie derivada de la película «Love, Simon», la cual compartía universo con el material original y hasta algún que otro cruce de personajes. La misma nos presentó a Victor, un chico que llega a Creekwood con el deseo de poder descubrir su identidad y comenzar de cero en un nuevo lugar.

«Love, Victor» estrenó recientemente su segunda temporada, la cual sigue abordando la vida de este joven, su familia y su grupo de amigos, tocando varias temáticas interesantes, importantes, y algunas no tan abordadas en la televisión, como la salud mental, la distorsión de nuestra imagen, el impacto familiar en lo que somos o hacemos o el abandono, mientras que otras son las típicas cuestiones adolescentes, pero contadas de una manera honesta y tierna.

Mientras que la primera entrega se centró más en el autodescubrimiento del protagonista, esta segunda parte se enfoca tanto en las primeras experiencias del personaje principal como en la reacción de su familia y amigos frente a la noticia de su sexualidad y cómo su vínculo cambia o no respecto a esto. 

En este último punto, la serie le dedica una gran parte del tiempo a ahondar en la relación de Victor con sus padres. Mientras el papá está dispuesto a aceptar la identidad de su hijo, a la madre le cuesta un poco más, principalmente por su formación religiosa, señalando cómo nuestra educación y crianza pueden determinar la manera de comportarnos y de pensar. Nuevamente, y al igual que ocurrió durante la primera temporada, «Love, Victor» nos muestra un panorama más realista y no una historia edulcorada donde todo sale bien, no solo para agregarle un condimento más atractivo y atrapante, sino para mostrar situaciones más tangibles.

El desarrollo de personajes es bastante adecuado, aunque está teñido por algunas decisiones narrativas que solo se justifican para profundizar el drama adolescente y estirar un poco más la trama, como el hecho de generar triángulos amorosos en todas las relaciones. Fuera de eso, todos presentan un carisma especial, que permite que podamos empatizar con lo que les pasa en diferentes niveles y quererlos a todos a pesar de sus aciertos y errores. Los actores hacen un muy buen trabajo para representar estas problemáticas, sobre todo las más profundas, afianzándose cada vez más en sus roles.

A diferencia de la primera entrega, en esta oportunidad la presencia de Simon es menos invasiva y recurrente, una decisión que resulta acertada para ir despegando a la historia de la película que la concibió. Se lo menciona lo suficiente como para recordar que es un spin-off pero no tanto como para acaparar toda la atención y poder darle más lugar a los personajes de la serie. De hecho, en esta temporada el propio Victor funciona como una especie de mentor, ocupando el rol que había cumplido Simon con él.

Los aspectos técnicos acompañan de buena manera a la historia, sobre todo la banda sonora que acentúa los momentos románticos y dramáticos y la fotografía, con colores que realzan la ternura y sensibilidad de los personajes.

El final de los diez episodios de media hora nos indica que habrá una tercera temporada, aunque todavía no hay nada confirmado por parte de Hulu. Al igual que en su debut, la serie nos deja con un tremendo cliffhanger que debería ser respondido en un futuro.

En síntesis, la segunda temporada de «Love, Victor» resulta tan atinada como la primera. La historia sigue avanzando de buena manera para mostrarnos las primeras vivencias del protagonista, como también para ahondar en diversas temáticas actuales e importantes que engloban a todos los personajes, sin juzgar las decisiones que cada uno toma. Una de esas series necesarias en estos tiempos que corren, llena de ternura y sensibilidad, aunque sin edulcorar la realidad.

Tráiler:


Samantha Schuster 

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