«Madam C.J Walker: Una mujer hecha a sí misma», una historia de ambición y resiliencia

Para muchos, el cuidado del cabello es sinónimo de vanidad. Invertir tiempo en él puede parecer un lujo, una pérdida de tiempo o incluso una obligación que obedece a ciertos mandatos sociales. Sin embargo, para Madam C.J Walker (Octavia Spencer), el pelo lo es todo: es belleza, emoción y, fundamentalmente, parte de su cultura. Lejos de considerarlo una cuestión meramente superficial, esta mujer encuentra su propósito y su oportunidad para dejar su huella en el mundo entre peines calientes y ungüentos que prometen el crecimiento capilar, cuyo legado le sobrevivirá incluso después de su muerte.

La serie está inspirada en hechos reales: Madam C.J Walker, cuyo nombre de nacimiento era Sarah Breedlove, fue una mujer afroamericana nacida poco tiempo después de la abolición de la esclavitud en Estados Unidos. En los cuatro capítulos que la componen, seguimos un período particular de la vida de Walker, que comprende desde el momento en el que una vendedora toca su puerta para ofrecerle un producto que promete ayudarla en el crecimiento capilar, hasta la creación de su propio imperio que la convertirá en la primera mujer afroamericana de la historia —y la primera mujer en la historia de Estados Unidos— en hacerse millonaria a sí misma.

Al principio, la vida de Madam C.J Walker parece estar signada por la tragedia. La conocemos pobre, con un trabajo como lavandera por el que cobra unos pocos centavos que no le alcanzan para llegar a fin de mes y que no le deja tiempo ni dinero para ocuparse de su pelo, por lo que se le terminó cayendo. Tiene una pareja violenta, que la lastimó y se fue, dejándola ensangrentada en su casa. Sin embargo, el destino personificado en Addie Monroe llama a su puerta y le ofrece crecepelo, el producto que ayudará a que su cabello crezca y que le devolverá la capacidad de soñar. Ahora, anhela poder ser una vendedora de crecepelo para ayudar a que otras mujeres de color vuelvan a creer en sí mismas.

Ante la negativa de Addie, Madam decide crear su propio producto, entendiendo la importancia de contar su historia para generar empatía y lograr que otras mujeres luchen por cumplir sus sueños. Tendrá que sortear obstáculos y derribar prejuicios, pero su ambición y resiliencia le bastarán para cuestionar las normas racistas y machistas que rigen su mundo y para abrirse ella misma las puertas que otros le cierran.

Lo interesante de esta propuesta es que, pese a los más de cien años que nos separan de los eventos que se retratan en pantalla, se siente muy actual. «Madam C.J Walker: una mujer hecha a sí misma» tiene un indudable tono feminista. La sororidad funciona como consigna básica en toda la serie, porque si bien la creación de una propia línea para cuidado del cabello surge como un sueño personal de la protagonista, el proyecto tiene un trasfondo más bien comunitario, destinado al servicio para la comunidad afroamericana. Lo que verdaderamente le interesa a Madam C.J Walker es crear un producto para otras mujeres de color como ella, para que, al utilizarlo, puedan ganar confianza en sí mismas. Además, las primeras inversoras de su fábrica fueron mujeres, a quienes ella consiguió empoderar luego de un discurso que dio frente a una sala llena de hombres, en el que les recuerda que sus esposas no merecen quedarse en la cocina mientras ellos hacen negocios, porque esas mujeres tenían talentos, títulos universitarios y mucho potencial desperdiciado.

Por otro lado, la miniserie no es tímida a la hora de abordar otras problemáticas sociales que tiñeron —y lo continúan haciendo hasta el día de hoy— el contexto de época en el que la verdadera Madam C.J Walker vivió. El racismo y el colorismo, que es una forma de discriminación que privilegia a las pieles más claras dentro de una misma raza, son dos tópicos sobre los que se hace un importante énfasis desde el principio. De hecho, la razón por la cual la protagonista decide tomar las riendas de su vida encuentra su origen en una declaración discriminatoria: Addie no le permite vender crecepelo porque no tiene el físico adecuado para promocionar sus productos ya que Madam tiene la piel considerablemente más oscura que ella, quien es hija de una mujer afroamericana que fue violada por un hombre blanco. En este punto, podemos observar cómo actúa el colorismo porque ambas son afrodescendientes, pero no gozan de los mismos privilegios ya que tener influencia blanca en los genes convierte a Addie en un modelo a seguir para el resto de la comunidad al cumplir con ciertos parámetros eurocéntricos.

Sin embargo, a la serie se le pueden señalar varias debilidades como por ejemplo la predictibilidad del guion y la cantidad de licencias creativas que se tomó sobre los hechos. «Madam C.J Walker: una mujer hecha a sí misma» está vagamente inspirada en una biografía escrita por una de las descendientes de Walker. Se hicieron varias modificaciones con el fin de aportar dramatismo a la trama, como por ejemplo la invención de Addie Monroe como una villana y el cambio de la sexualidad de su hija, que en la vida real fue heterosexual y en la miniserie tiene una pareja mujer. Por esto, es mejor si vemos la serie entendiendo que su componente primordial es la ficción, dejando de lado la pretensión de encontrarnos con una producción enfocada puramente en lo biográfico.

En síntesis, «Madam C.J Walker: una mujer hecha a sí misma» es una miniserie disfrutable, con un indudable espíritu feminista y que se deja ver perfectamente de un tirón. Rebosa de actualidad, tanto por los temas que aborda como por la banda sonora compuesta por canciones de hip-hop contemporáneo que pertenecen en su totalidad a cantantes mujeres afrodescendientes. Pese a la crudeza de los sucesos que retrata, nos dejará contentos al terminar el último capítulo. No nos cambiará la vida, pero vale la pena ver a la espectacular Octavia Spencer en la piel de Madam C.J Walker.

Micaela Gallo

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