«Maniac»: Inconsciente colectivo

Netflix presenta el trabajo más reciente de Cary Fukunaga, director de la primera y excelentísima temporada de «True Detective», así como también responsable de la aclamada «Beasts of No Nation», otro producto procedente del gigante del streaming. «Maniac» es una experiencia audiovisual sumamente potente y diferente en lo que respecta al formato televisivo. Si bien nos encontramos ante una miniserie con un arco narrativo evolutivo, su estructura presentará momentos auto conclusivos y resultará ser un poco disruptiva en lo referente al desarrollo de la información que se le va brindando al espectador, así como también algo irrespetuosa con los tiempos (hay capítulos que duran arriba de 40 min y otros que andan por los 20) y con ciertos recursos inherentes al relato.

La historia se sitúa en un futuro que coquetea con lo distópico y tiene como protagonistas a Annie Landsberg (Emma Stone) y Owen Milgrim (Jonah Hill), cuyos caminos convergerán gracias a un misterioso ensayo farmacéutico. Cada uno de los dos protagonistas tiene sus propias razones para participar en este proyecto, ya que ninguna de sus vidas está atravesando un buen momento. Estos dos desconocidos irán pasando las distintas fases finales de esta prueba experimental en la cual las cosas no saldrán según lo previsto.

Fukunaga es de aquellos directores que se toman su tiempo para narrar, para presentar a sus personajes, así como también el contexto que los rodea y para exhibir el conflicto principal. «Maniac» no va a ser la excepción a la regla, debido a que el realizador irá desperdigando algunos datos sutilmente por cada rincón de los primeros episodios, y el espectador irá recaudando estos detalles, pero también surcará un estado de confusión muy similar al que tendrán que afrontar los personajes. A partir del cuarto episodio, la trama dará un giro de 180 grados para comenzar a enseñarnos algunas situaciones que se desarrollan dentro de las mentes de los personajes (esa especie de capítulos auto conclusivos que mencionábamos anteriormente). Es ahí donde se enriquecerá la miniserie de Netflix.

Al principio se nos mostrarán ciertos eventos que parecen aleatorios, caprichosos, inconexos y carentes de un sentido, y es que justamente lo que intenta reflejar la obra de Fukunaga es lo azaroso, lo incoherente y lo arbitrario del inconsciente, así como también de la mente humana en general. Los personajes buscan un rumbo, una esperanza o “algo” que encarrile sus vidas. Un tratamiento milagroso que los “cure” de sus obsesiones y de todo tipo de problemas psicológicos que atraviesen. Una suerte de tratamiento psicológico express, ya que vivimos en un mundo cada vez más desenfrenado y convulsionado que se encuentra en la eterna búsqueda de la longevidad/ inmortalidad para poder seguir abocados a ese espíritu frenético generado por la necesidad de la inmediatez que genera la misma sociedad para que las personas sigan siendo funcionales a la misma. Es por ello que personas como el Dr. James K. Mantleray (Justin Theroux) buscan dar con alguna “mágica” respuesta a dichos problemas. Mantlerey, junto con el equipo de de Neberdine Pharmaceutical y Biotech, proponen un nuevo y radical tratamiento consistente en una secuencia de píldoras inventadas, que supuestamente pueden curar desde una enfermedad mental hasta una ruptura sentimental. Dichas pastillas llamadas “A”, “B” y “C” harán atravesar a los usuarios por tres momentos: “Identificación” (etapa de diagnóstico del problema o la afección), donde se profundiza en la mente de la persona y se la hará revivir los momentos más difíciles de su existencia, “Mapeo” (una segunda etapa donde se evalúa el comportamiento del individuo y se enfrentan los mecanismos de defensa mentales) y, por último, la etapa de la “Confrontación” (el momento de aceptación/admisión del problema que culmina con el padecimiento de la persona).

Este experimento se verá alterado por una convergencia y/o unión mental que tendrán los protagonistas, abriendo un debate entre los responsables de la experiencia, así como también de agentes externos a la misma que comienzan a teorizar sobre espiritualidad, azar, destino e incluso “almas gemelas” en ese afán de tratar de darle racionalidad a todo aquello que se encuentra por debajo del umbral de la consciencia.

Una serie intensamente rica en mitología y giros argumentales, así como también pequeños easter eggs de los mismos personajes presentes en distintos instantes de la historia. Un producto que por momentos nos hace recordar a la maravilla Nolanesca llamada “Inception” (2010), pero que intenta ir más allá por medio de una profunda crítica social a los sectores acaudalados, a la industria farmacéutica, entre otros.

Por otro lado, cabe destacar los aspectos estéticos y estilísticos de la serie, ya que juegan un papel preponderante en la historia. El diseño de producción de Alex DiGerlando («Bestias del Sur Salvaje», «True Detective») es impecable y junto con la dirección de arte de Audra Avery («American Hustle») y Anu Schwartz («Only Lovers Left Alive») logran darle ese aire de ciencia ficción acrónica que mezcla épocas y recursos estéticos salidos de años 50 y 60, en especial en cómo se imaginaban las grandes computadoras en esos momentos. Algo similar pasa con el vestuario de Jenny Eagan («Beasts of No Nation»), que por ejemplo se ve reflejados en los lentes que utiliza el Dr. Mantlerey muy típico de los años 70. Respecto a la dirección de fotografía de Darren Lew, también está muy bien planteada mostrando esa frialdad de la industria farmacéutica así como también a lo colorido, lo variado y ecléctico de la mente en las distintas historias que se dan a nivel cerebral. Un trabajo bastante complejo pero que alcanzó un nivel superlativo incluso no solo en lo que respecta a ambientación e iluminación sino también en lo relacionado a la utilización de la cámara en el espacio escenográfico, dándole una impronta bien marcada en ese plano (cabe destacar el excelente plano secuencia del episodio 9).

Por el lado interpretativo, se destacan Emma Stone («La La Land») y Jonah Hill («The Wolf of Wall Street») que no solo componen con una extrema sensibilidad a sus conflictuados personajes, sino que además poseen las habilidades camaleónicas e histriónicas necesarias para componer a sus alter egos en las distintas representaciones mentales. Los actores de reparto, en especial, Justin Theroux («The Leftovers») y Sally Field («Forrest Gump») tambien encuentran la solidez actoral necesaria para sostener la trama.

En síntesis, «Maniac» es un viaje lisérgico, cautivador y ambicioso, que además de ser un entretenimiento sólido y bien confeccionado nos hace reflexionar sobre ciertos tópicos vigentes. Si bien algunos cambios de tono de la narración no están tan aceitados y ciertos pasajes pueden ser un poco desconcertantes para el espectador, todos aquellos que logren pasar esas barreras se encontrarán con un viaje audiovisualmente único de la mano de Cary Fukunaga.

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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