«Puerta 7»: la pelota sí se mancha

Un estadio colmado de gente, con banderas y gritos que se rompen en la garganta para alentar a ese equipo que despierta pasiones, que mueve multitudes y que no conoce de barreras. Qué importa si el que está al lado nuestro en la tribuna es un extraño si está coreando esa canción que sabemos todos y que viste la camiseta del club que hizo llorar de felicidad a más de uno cuando quedó puntero después de años difíciles. Eso es el fútbol: unión, pertenencia y una pasión que se vive, pero no se entiende. Pero también es corrupción, mafia y plata sucia. Es el negocio de unos pocos, que cooptan barrios y se llenan los bolsillos. Y a nadie le cuesta decirlo, porque es una verdad que nos es obvia incluso a los que no somos aficionados del deporte.

«Puerta 7″, con la atractiva propuesta de Martín Zimmerman («Ozark», «Narcos») y un llamativo despliegue técnico, viene a hacer evidente esa complejidad que es intrínseca al mundo del fútbol. Retrata lo oscuro, la lucha que Diana (Dolores Fonzi) emprende contra la barra brava del club Ferroviarios, pero también pone luz sobre esa hinchada frenética que alienta. Nos muestra los recovecos de ese barrio que lleva los colores de su equipo en las paredes mientras nos sumergimos en la sangre que corre cuando alguien desafía a la barra y que mancha a Mario, un joven que está dando sus primeros pasos junto a ellas. Se crea un submundo alrededor del club porque, como dijo Adrián Caetano («Pizza, Birra, Faso»), el director de los ocho episodios que componen esta primera temporada, «dentro de Ferroviarios todo, afuera de Ferroviarios nada».

Cada capítulo de «Puerta 7» es un viaje signado por la violencia, pero el espectador la tiene tan naturalizada como los habitantes del barrio en el que se mueve la mafia. A ningún argentino le sorprende que la dirigencia del club haga arreglos con la barra, pero engancha. Quizás la serie resulta atractiva porque lo pesado del fútbol es un secreto a voces, y por fin tenemos una serie que lo explora desde adentro, tratando de abordar todas sus aristas. Además, el ritmo es un punto para destacar: aunque empieza lenta, con el pasar de los episodios toma impulso y es fácil terminar de verla en un par de sentadas sin que nos demos cuenta.

Otro punto a su favor es que los personajes están bañados en tonos de grises. Ningún personaje está construido como un claro villano o héroe, sino que todos tienen momentos en los que fluctúan por el medio del espectro. Si bien parece fácil ubicar al personaje de Dolores Fonzi en el polo de la bondad, hay otros personajes con los que no sucede lo mismo, como es el caso de Fabián (Esteban Lamothe) o Lomito (Carlos Belloso), quien es el jefe de la barra. En este aspecto, se puede notar el hincapié que se le hizo desde la realización a construirlos por fuera de los prejuicios y la estigmatización para poder humanizarlos y que la audiencia pudiera conectar con ellos desde otro lugar.

Además, «Puerta 7» responde bastante bien a las narrativas que queremos ver en la pantalla de Netflix en este 2020. Si bien falta trabajo por hacer y al personaje de Diana le falta apoyo de otras mujeres para recién poder empezar a preguntarnos si estamos o no ante una serie feminista, eligen contar una historia encabezada por la primera jefa de seguridad de un club de fútbol en el mundo, que no solo es una mujer intentando sanear uno de los ámbitos más machistas en los que se puede pensar, sino que también tiene una pareja no heterosexual. Y esto no es poca cosa, porque estamos hablando de fútbol que es un terreno dominado por los hombres desde su nacimiento hasta la actualidad.

Una cuestión que hay que considerar es que los primeros capítulos pueden a la experiencia de estar frente a una tira semanal. Si bien a veces es necesario abrir una trama para cada personaje para que el espectador pueda conocerlo, empatizar con él y para que se desarrolle, en algunas ocasiones puede jugar en contra si no contamos con el tiempo suficiente para poder desarrollarlas. En este caso, especialmente durante los primeros episodios, se abren vías que ralentizan la historia, lo que termina dando la sensación de que no se está yendo a ninguna parte. Sin embargo, después del quinto capítulo, la serie encuentra su camino y la tensión que se construye logra mantenernos pegados a la pantalla.

En resumen, «Puerta 7» es una producción que entretiene y se disfruta incluso para quienes no son amantes del fútbol. Es verosímil, cruda pero también honesta: no vamos a encontrarnos con nada que no hayamos escuchado antes. La diferencia es que siempre estuvimos del otro lado del televisor al ver las noticias sobre la barra, pero ahora nos adentramos en su universo críptico a través de personajes que no nos permiten sentar una posición firme respecto a su accionar, y quizás ese sea su mayor logro.

Tráiler:

 

Micaela Gallo

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