Sam Mendes: «No quiero dar una lección, quiero que el espectador experimente algo»
Sam Mendes lleva más de 20 años en la industria cinematográfica. Además de ser un veterano de los escenarios en Broadway y Londres, es un nombre que una vez más resuena con fuerza por traer una obra fascinante y evocadora que seguramente cambie la manera en la que se graban las historias de guerra y cómo procesamos sus lecciones un siglo después.
Sam Mendes es el único hijo de Valiere Mendes, una escritora de literatura infantil judía, y de Pedro Mendes, un profesor de ascendencia portuguesa. Fue de los alumnos más destacados de su clase en el Magdalen College School. Gracias a sus altas calificaciones, no tuvo problemas para entrar a la Universidad de Cambridge. Aquí se unió a la Sociedad de Marlow, un club de teatro, en el cual dirigió varias obras, entre ellas, «Cirano de Bergerac».
A los 25 años inició en el mundo del teatro, donde rápidamente su nombre tomó gran peso en la escena teatral británica. Llegó a dirigir en diversas obras a grandes actores como Judy Dench en «El jardín de los cerezos», también colaboró dentro del Teatro Chischester en 1988 como ayudante de dirección en una serie de obras que incluyen «Major Barbara» y «La Carpa». Más tarde estuvo en el Royal National Theatre como director de «The sea» de Edward Bond, «Auge y caída» de Jim Cartwright, «La fiesta de cumpleaños» de Harold Pinter y «Otelo» junto con Simon Russell Beale. Con solo 27 años fue designado director artístico en el teatro Donmar Warehouse en Londres. Fue allí en donde Mendes realizó una provocativa producción de David Hare, «The blue room», protagonizada por Nicole Kidman, ganando popularidad a nivel internacional. Pero su consagración para dar salto al cine vino con la adaptación del musical «Cabaret» con la que obtuvo un Tony.
Steven Spielberg, tras ver la obra, le propuso dirigir un filme sumamente polémico por relatar una sátira sobre la hipocresía y el sueño americano escrito por el guionista Alan Ball. «American Beauty» (1999) fue su debut en la industria cinematográfica que lo llevó a ganar el Oscar a Mejor Director.
Sin duda su paso por el teatro ha sabido sacarle provecho a todo elemento que pueda conectar con los espectadores logrando así llevarlos a los films, que hoy conforman joyas en la carrera de este director. Cintas que se convierten convierten en clásicos como la ya mencionada «Belleza Americana», además de «Skyfall» y «Spectre» que pertenecen a la saga de «James Bond».
A lo largo de todos estos años logró tener un sello propio que caracteriza su forma de hacer cine. A menudo comienza sus películas con una narración en off del personaje principal y al final de la película, el personaje termina su narración de la misma manera que comenzó.
Suele plasmar historias familiares con las que la audiencia pueda sentirse identificada, como las relaciones paternofiliales en «Road to Perdition», los problemas maritales de «Revolutionary Road» o «Away We Go», un filme más en el que la familia es nuevamente el centro de la historia.
Si bien su filmografía no es tan extensa, en 21 años de carrera solo en el cine, Sam Mendes ha logrado colocar varias de sus obras tanto en el gusto de la crítica como de la audiencia. Su más reciente producción es «1917» de la cual el mundo entero está hablando, cinta por la cual compite por un Oscar.
El cineasta británico logró saltar del teatro al cine exitosamente, así que antes de ver la producción «1917″, estos son tres films que debes ver, para entender aún más sus obras.
– «Camino a la perdición» (2002)
Michael Sullivan (Tom Hanks) es un asesino contratado por una banda irlandesa en la era de la Gran Depresión en el medio oeste. Cuando su amada esposa y uno de sus hijos son asesinados Sullivan clama venganza.
Esta película habla de las relaciones que hay entre las personas, la fidelidad, la traición, la avaricia del ser humano y del amor que siente un padre hacia un hijo. El trabajo técnico está muy cuidado, la fotografía perfecta, con unas interpretaciones memorables, y la música de Thomas Newman es espléndida, que a veces recuerda a la que compuso para «American Beauty».
– «Sólo un sueño» (2008)
Años 50. Frank (Leonardo DiCaprio) y April (Kate Winslet) se conocen en una fiesta y se enamoran. Ella quiere ser actriz. Él sueña con viajar para huir de la rutina y experimentar emociones nuevas. Con el tiempo se convierten en un estable matrimonio con dos hijos que vive en las afueras de Connecticut, pero no son felices. Ambos se enfrentan a un difícil dilema: luchar por los sueños e ideales que siempre han perseguido o conformarse con su gris y mediocre vida cotidiana.
Un intenso drama matrimonial, una cinta dura, sincera y convincente. Mendes ha logrado todo un ensayo sobre el egoísmo que reside en cada uno de nosotros. Exacto, en cada uno. Toda una hazaña. La crudeza con la que este cineasta nos describe el amargo y desolador proceso degenerativo de un matrimonio aparentemente modélico es magistral.
– «Soldado anónimo» (2005)
Una crónica sobre la guerra del Golfo: imágenes de pozos de petróleo ardiendo en la noche, reclutas ruidosos y llenos de entusiasmo, pero también atemorizados ante la idea de toparse con el enemigo en cualquier momento; chicos que juegan al fútbol con las máscaras antigas puestas, mientras esperan el correo. Sin embargo, en esta situación infernal nacen grandes amistades y lealtades incondicionales. Así nació la hermandad de los “jarheads” que se juraron fidelidad eterna.
Una adaptación al cine del libro homónimo de Anthony Swofford, publicado a principios de 2003, donde relata sus experiencias como Marines en la operación Tormenta del Desierto para liberar a Kuwait de la invasión de las tropas iraquíes de Sadam Hussein en 1991.
La fotografía y la ambientación son espectaculares, con un reparto a la altura con Jake Gyllenhaal y Jamie Foxx que realizan interpretaciones muy buenas. Mendes sabe llevar a buen puerto sus intenciones, y éstas no son más que el retratar a un grupo de marines en los preámbulos de una guerra: sus motivaciones, la espera de noticias familiares, los miedos, las paranoias, el brutal entrenamiento, las relaciones entre ellos, la amistad, la brutalidad, el machismo.
No cabe duda que Sam Mendes es un cineasta que sabe lo que quiere y cómo lo quiere; sabe cómo crear verdaderas experiencias cinematográficas. Una muestra de ello es su épica de guerra «1917»: entiende cómo llamar la atención de público y la crítica de forma refrescante, es un director maduro, hábil y muy talentoso, cuyas películas se caracterizan por tener un elenco de primer nivel, por lo tanto, actuaciones notables garantizadas, y cuida hasta el mínimo detalle sus producciones.
Siempre se enfoca más en los aspectos técnicos y en el sentido narrativo para crear una historia que garantice la permanencia de la audiencia, puntos que ahora cobran mayor relevancia con su más reciente película: «1917».
Noelia Giacometto