“Un Gallo para Esculapio”, una segunda temporada de venganza
El año pasado se estrenó una de las mejores series argentinas del último tiempo. Con 9 episodios en su haber, “Un Gallo para Esculapio” nos otorgó una historia atractiva, atrapante, con personajes llenos de matices que plasmaban a la perfección una radiografía del conurbano bonaerense.
Si bien parecía que su primera temporada iba a ser la única, se le otorgó una continuación a esta historia que daba lugar a una trama de venganza. La segunda entrega de “Un Gallo para Esculapio”, compuesta por seis capítulos, busca ahondar en el regreso de Nelson luego de que lo acusaran de haber matado a Chelo Esculapio, con el objetivo no solo de limpiar su nombre sino también en encauzar su vida.
Aunque al principio se nota un poco la falta de Luis Brandoni como Chelo Esculapio, uno de los personajes más fuertes de la temporada anterior no solo por el rol que cumplía sino por la gran presencia del actor, la historia gira en torno a la rivalidad entre Yiyo (Luis Luque) y Nelson (Peter Lanzani), poniendo el peso en dichos intérpretes, que logran cargarse la trama en sus hombros. Ya habíamos sido testigos de la gran labor, no solo de este dúo, sino también de todo el elenco de la serie, pero en este caso tenemos una mayor profundización de sus personalidades. Yiyo debe lidiar con mantener a una banda ajena (pero de la que formaba parte) unida a pesar de que su líder ya no esté más presente, mientras tiene que afrontar al fantasma de Chelo; y Nelson tendrá que convencer a la banda de que los dichos sobre sus acciones no son ciertos y tratar de rearmarse desde las sombras con nuevos aliados y sin saber bien en quién confiar. Es decir, que si bien queda un vacío que deja Brandoni, éste consigue ser llenado por el resto de los integrantes de la serie, haciendo que esta falta no se note tanto. Asimismo, Juan Leyrado se une al reparto en la mitad de la segunda temporada para componer a un personaje con gran poder y que servirá como un nuevo padrino de Nelson, aunque a la vez no se parece en nada al vínculo que tenía con Esculapio. En caso de existir una tercera temporada, tal vez su rol siga creciendo y teniendo implicancia en la historia.
En cuanto a la trama en sí, en la primera entrega tuvimos, como bien decíamos, un retrato del conurbano bonaerense y de las tareas delictivas de los piratas del asfalto. Tanto el robo de camiones con mercadería como las riñas de gallo, donde los líderes del grupo se hacían de dinero ajeno, mientras que también se mostraba el rol de la policía en todo esto. En esta oportunidad, además de seguir ahondando en estas cuestiones (incorporando la trata de personas en un prostíbulo), tenemos una historia de venganza, de traiciones, donde los miembros van de un bando hacia otro, y los personajes no saben bien en quién confiar. Esto propicia un suspenso bien logrado y un clima muy tenso en cada encuentro. Asimismo, la serie se beneficia de la poca cantidad de episodios, que aunque nos dejen ganas de ver más, no tienen ningún momento que le sobre o que le falte. La historia está muy bien orquestada desde su guion.
Con respecto a los aspectos técnicos, nuevamente nos encontramos con una destacada fotografía, puesta en escena y utilización de planos, acompañados por una atinada banda sonora que va creando los distintos climas. Se nota la inspirada dirección de Bruno Stagnaro, como también un episodio que está dirigido por el propio Lanzani. La gran calidad no se observa solamente en la confección de la historia sino en todo su conjunto.
En síntesis, la segunda temporada de “Un Gallo para Esculapio” se encuentra en un muy buen nivel. A pesar de haber perdido a uno de sus protagonistas, logró reinventarse a favor de la historia, para traernos una trama de venganza donde los bandos no están claros y gran parte de la fortaleza recae en sus personajes. Sigue siendo una de las mejores series argentinas de la actualidad.
Trailer:
Samantha Schuster