21° BAFICI: «All Is True» de Kenneth Branagh (2018)

El actor y director Kenneth Branagh («Hamlet», «Much Ado About Nothing»), un especialista en adaptaciones shakespereanas, decidió pasar de llevar las obras del escritor, dramaturgo y poeta inglés a la pantalla a personificarlo en este relato que busca retratar los últimos años de la vida del autor así como su atribulado marco familiar.

El largometraje se sitúa en el año 1613, cuando William Shakespeare (Branagh) es reconocido como uno de los mejores escritores de su tiempo, sus obras son aclamadas y sus malos momentos económicos parecen haber quedado atrás. Sin embargo, todo cambia cuando el popular Globe Theatre se quema dejando tras de sí poco menos que sus cenizas, obligando al dramaturgo a volver a su ciudad natal, Stratford, donde debe enfrentarse a un complejo pasado y su propia familia, a la que no le une nada más que sus lazos sanguíneos. Perseguido por los recuerdos de la muerte de su único hijo, Hamnet, Shakespeare hace todo lo posible por arreglar la relación con su mujer (Judi Dench) e hijas. No será fácil, dado que para ello primero debe aceptar su propio fracaso como padre y marido, además de lidiar con los problemas familiares que quiso dejar atrás en el pasado.

Con una puesta en escena bastante teatral, donde se establece el terreno propicio para resaltar las caracterizaciones de los personajes y las interpretaciones del elenco, “All is True” decide mostrar la vida privada del escritor del mismo modo en que William realizaba sus obras, privilegiando el drama y la tragedia. Ese juego de semejanza y/o analogía es uno de los aspectos interesantes de este film que si bien por momentos puede tornarse demasiado melodramático o forzado, se mantiene a flote gracias al tremendo trabajo de Branagh delante y detrás de las cámaras.

Probablemente, algunos puristas le caigan duro al film por la dudosa veracidad/exactitud histórica de lo narrado pero lo cierto es que ya se han dado casos de películas similares, por ejemplo “Shakespeare In Love” (1998), donde la cuestión pasa por las emociones, el homenaje al autor y la ampliación de la leyenda que forjó este hombre con su destacada trayectoria.

En relación a los aspectos técnicos podemos decir que se destaca el aspecto visual del film mediante el trabajo de Zac Nicholson («The Death of Stalin»), que hace una labor correcta por medio de una fotografía sobria y funcional que saca a relucir ese acomplejado y afligido estado por el que atraviesa Shakespeare en su vida familiar. Asimismo todo lo que respecta al diseño de producción y el vestuario es impecable como suele ser en la mayoría de estos relatos de época.

La vida y obra de un personaje tan icónico y famoso es indudablemente un escenario bastante atractivo como para desarrollar una historia de esta índole, no obstante, el tono melancólico y la enorme ambición de realizar un relato shakespereano sobre la vida del autor que acuñó el término, hacen que el film falle en varios aspectos sin lograr destacarse entre las grandes propuesta de Branagh. El experimento es tan atractivo e interesante como imperfecto, haciendo que la experiencia igualmente sea disfrutable.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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