Crítica de «Being the Ricardos» de Aaron Sorkin (2021)

«I Love Lucy» (1951 – 1957) fue una de las sitcoms más populares de la TV norteamericana que en su momento cambió la forma en la que se filmaban estos productos y que catapultó a la fama a sus protagonistas, Lucille Ball y Desi Arnaz, que al igual que en la ficción eran pareja en la vida real. Sorkin decide hacer esta biopic solamente enfocándose en el periodo de una semana de grabación de «I Love Lucy», quizás el más caótico tanto para la producción de la serie como para el dúo protagónico y su vida privada.

Ball (Nicole Kidman) y Arnaz (Javier Bardem) encaran una nueva semana en el set de la comedia que los hizo brillar por varios años, con varias noticias que parecen ponerlos en jaque. Por un lado, el Comité de Actividades Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos acusa a la actriz de comunista, algo bastante común en aquella época, que marginó a miles de artistas, e incluso acabó con la carrera de varios de ellos. Ball junto a su marido buscan la forma de calmar las aguas dentro y fuera del set tratando de limpiar el nombre de la actriz e impidiendo (o rezando) que la noticia no llegue a los grandes medios de comunicación. Por otro lado, los medios sí comenzaron a expandir el rumor de que Desi Arnaz tuvo un affaire con otra mujer, logrando que se genere cierta tensión con su mujer. Y como si todo eso fuera poco, Ball se entera que está embarazada, poniendo en riesgo el apretado esquema de producción de su serie y las grabaciones correspondientes.

Aaron Sorkin, conocido guionista devenido en director desde su primer largometraje («Molly’s Game») en 2017, nos ofrece su tercer relato donde nuevamente el énfasis está puesto en un meticuloso trabajo de guion y desarrollo de personajes, poderosas interacciones que se dan entre ellos, y diálogos incisivos, perspicaces e interesantes. Como si todo esto fuera poco, la narración se lleva adelante mezclando esto con una especie de formato de falso documental, donde aparecen los testimonios de diversos personajes que pasaron por las vidas de los retratados (los cuales son compuestos por actores y las entrevistas resultan enteramente ficcionales). A su vez, en el medio la narración va y viene en el tiempo mostrando diversos momentos importantes en la vida de Ball, como el momento en el que conoció a Arnaz y otros flashbacks que resultan importantes para el desarrollo de la trama. Casi todo parece armónico y funcional a la historia que quiere contar Sorkin, y ponemos énfasis en «casi», ya que probablemente la idea de subrayar el empoderamiento de Ball y su lucha por sostener un lugar tomando las decisiones en el show, especialmente las que tienen que ver con el humor e incluso varias cuestiones técnicas de puesta en escena, puede estar bastante exacerbada y llevada de forma poco sutil.

Igualmente, esto no resulta algo extremadamente perjudicial a los fines narrativos, ya que, justamente, la idea es mostrar ese atribulado periodo en la vida de Ball y cómo fue puesta bajo la lupa por las instituciones y sus colegas, teniendo que salir a luchar y hacerse oír. El film busca contar varios aspectos de la vida de la estrella, desde los rumores de sus afiliaciones políticas, hasta su vida en pareja, los supuestos engaños de su marido, el ascenso de su figura al estrellato, así como también varias frustraciones en el ámbito cinematográfico y su constante validación ante sus pares. En todo esto parece haber una enorme cantidad de vetas para explotar y donde quedan algunos elementos en el aire, pero también estas líneas argumentales y su contraste con el resto no solo le dan profundidad, sino la posibilidad al relato de darnos un ritmo implacable, algo que también logra el gran trabajo de montaje de Alan Baumgarten, quien ya había trabajado con el director en sus dos películas previas.

Además de la inspirada y carismática composición de Bardem como Arnaz y la comprometida interpretación de Kidman, aparecen varias caras conocidas en el resto del elenco, muchos/as de ellos/as con experiencia en la comedia, brindando una base más que atractiva a la enorme galería de personajes, entre ellos se destacan: J.K. Simmons, Nina Arianda, Tony Hale, Alia Shawkat, Clark Gregg y Jake Lacy.

«Being the Ricardos» puede que no sea una biopic novedosa, pero sí resulta entretenida y magnética por el gran trabajo de Sorkin como guionista y sus acertados y veloces diálogos, así como también un montaje atractivo y unas actuaciones funcionales. Un sentido homenaje a la TV norteamericana y a una de sus estrellas de comedia más importantes.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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