Crítica de «Casablanca» de Michael Curtiz (1942)

«Siempre tendremos París», le dice Humphrey Bogart a Ingrid Bergman y catapultó a la película a lo más alto del séptimo arte. Es una de las películas mejor valoradas de la cinematografía estadounidense, ganadora de varios premios Óscar, incluyendo el de mejor película en 1943. Sobresalen las actuaciones carismáticas de Bogart y Bergman y la química entre ellos, así como la profundidad de las caracterizaciones, la intensidad de la dirección, el ingenio del guion y el impacto emocional de la obra en su conjunto. Una película simplemente adorable.

Segunda Guerra Mundial. Victor Laszlo, héroe de la Resistencia, llega a Casablanca escapando de la Gestapo. Allí pedirá ayuda a Rick Blaine, propietario de un popular café y ex amante de su esposa, Ilsa. Melodrama dramático que simboliza el epitome del cine en ambientes exóticos creado en los estudios que estuvo de moda en los 40. Ofrece intérpretes de cultos, varias frases citables, clichés inolvidables y un encanto hollywoodiense imborrable.

El desarrollo de la película se centra en el conflicto de Rick entre —usando las palabras de uno de los personajes— el amor y la virtud: Rick deberá escoger entre su amada Ilsa o hacer lo correcto. Su dilema es ayudarla o no a escapar de Casablanca junto a su esposo, uno de los líderes de la resistencia, para que este pueda continuar su lucha contra los nazis.

El Rick de Humphrey Bogart y la Ilsa de Ingrid Bergman; dos hermosos personajes que sueñan con el otro bajo la melodía «As Time Goes By» tocada reiteradas veces por el pianista Sam.

La guerra como algo que borra y contamina todo lo que toca. Un suceso que cambiará las cosas para siempre. Curtiz cuenta una historia complicada pero efectista. Un flashback que eriza la piel y un final duro pero justo. Un guion que rompió las reglas del cine para siempre, aunque este se reescribió en reiteradas ocasiones durante el rodaje.

Película rodada antes de que termine la Segunda Guerra Mundial, pero ya el tono pesimista no tenía vuelta atrás. Sus personajes quedan en el aire o en el desierto. Termina incompleta pero con un fin específico.

Uno de los clásicos que marcó la historia del cine. Indispensable verla. Y no se les ocurra hacer una remake. Disfruten esta joya.

Puntaje: 

 

 

Tráiler:

 

Sebastián Manestar

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