Crítica de “Django sin cadenas” de Quentin Tarantino (2012)

No hay discusión alguna acerca de las características del particular estilo de Tarantino. En él, es posible encontrar historias contadas de una forma no líneal, un humor negro y bizarro, además de escenas de acción donde la sangre predomina y la exageración de cada acto violento se adueña de la pantalla. Si bien en alguna de sus películas se pueden encontrar estos ingredientes en una gran medida, en “Django sin cadenas” se hallan todos en un gran equilibrio. Jamie Foxx y Christoph Waltz son los encargados de protagonizar este film también escrito por su director.

En vísperas de la Guerra Civil estadounidense, el dentista alemán King Schultz (Waltz), un cazarrecompensas, decide buscar a Django (Foxx), un esclavo, para que lo ayude en la persecución de tres personas buscadas por la Justicia, ya que el dinero ofrecido como recompensa era una cifra importante. Cuando lo encuentra junto con otros esclavos, logra liberar a todos y realiza un trato con él: si Django lo lleva a esos hombres, Schultz lo deja en libertad. Entonces cumplen su objetivo y, ahora, el que se ve obligado a ayudar al otro es Schultz: Django quiere recuperar a su esposa, quien está como esclava en la plantación de Calvin Candie (Leonardo DiCaprio), y Schultz, por reglas morales personales, decide acompañarlo en esa difícil misión.

El film presenta actuaciones más que destacadas por parte de la dupla Waltz (aunque no sorprende su performance) y Foxx, quien logra desenvolverse en su rol de una forma brillante. A su vez, DiCaprio representa a un villano de tal manera que es posible anotar su papel acá como uno de sus mejores personajes. (Dato de color: en el largometraje, el corte en la mano de su personaje es real).

Por su parte, Taratino nos deleita con una historia lineal inyectada con su humor característico y baños de sangre en escenas de acción, no sólo en lugares abiertos sino en los cerrados. También, hay muertes realizadas de una manera bizarra pero que logran su efecto, además de momentos donde, en una buena decisión pero no sorpresiva, el director no ahorra en crudeza, generando una interesante incomodidad en aquella persona que mira el largometraje.

“Django sin cadenas” es una película que carece del nivel de diálogos que Tarantino puede lograr, pero hay que considerar el género y la trama de este film que pide acción, crudeza e intensidad más que charlas inolvidables. Sin dudas, este es uno de sus mejores y más equilibrados productos.

Puntaje: 

 

 

Tráiler:

 

Franco Valente

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