Crítica de «Dos disparos» de Mariano Rejtman (2014)

Como todo arte, en el cine, una película transmite una serie de sensaciones ligadas a la narración. El relato cuenta una historia pero lo esencial está en la experiencia emocional que vivimos en el transcurso. Puede ser felicidad, miedo, tensión, intriga, adrenalina, tristeza u otra. Unas más que otras, lo importante no está siempre en la trama, condicionada por el guion, sino en la vivencia del espectador frente a todos los elementos del film. Por el momento que transita la industria actualmente, cuando lo que nos llega a través de la pantalla es aburrimiento y confusión, lógicamente tenemos una idea negativa sobre el film. Lo que sucede en “Dos disparos”.

Esta película puede entenderse como dos historias adentro de una y así será analizada. Comienza con una serie de planos que nos incomodan de Mariano, un joven de 17 años, nadando en la pileta y cortando el césped de su hogar. Luego revisa cajones y encuentra una pistola con la cual decide dispararse a sí mismo dos veces sin lograr matarse. Una vez vuelto a la casa vemos distintas situaciones, poco desarrolladas, de su familia. El hermano mayor conoce a una chica y entabla una especie de romance con ella. La madre preocupada esconde todos los cuchillos, tijeras y objetos peligrosos de la casa por miedo a que el hijo quiera lastimarse. Pero Mariano hace como si nada, no expresa emoción alguna, es como una hoja en blanco. Parece no haberle afectado su intento de suicidio más que en un problema para tocar la flauta, su hobbie. Esta primera mitad es sumamente aburrida y confusa, ya que los cambios de escenas y secuencias parecen no tener relación alguna. Si la intención fue transmitir la monotonía de una familia de clase media del conurbano y la necesidad de escapar de allí, ésta fue lograda.

A la hora de película el relato cambia rotundamente. Ya cuando el espectador está casi desesperado por que suceda algo interesante o por lo menos entretenido. La madre de Mariano decide enviar un mail a todos sus contactos buscando acompañantes para unas vacaciones en la costa, necesarias para salir del aburrimiento de la narración. Aquí la cinta toma un ritmo más veloz, aparece una serie de personajes interesantes. Comienza a haber diálogos constantes, los cuales tienen un tinte cómico especial. Es otra película. El conflicto de Mariano parece olvidado hasta el final, el espectador está en las vacaciones.

Como totalidad, el largometraje tiene imágenes bien logradas, que dotan de componentes al relato construyendo la personalidad de los personajes y dándole vida a los escenarios. Mantiene un tono artístico que nos denota claramente que siempre se trata de la clase media bonaerense y la monotonía de su cotidiano. Su unidad más que en la trama está en la dirección de arte y fotografía, que mantiene siempre un buen nivel.

En conclusión, “Dos disparos” es un film que tiene una primera mitad sumamente aburrida pero a la hora comienza a generar interés. Siempre manteniendo una buena calidad de imágenes. Depende mucho de quién la mire para ser juzgada.

Puntaje: 

 

 

Tráiler:

 

Juan Pablo Molina

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