Crítica de “El baile de los vampiros” de Roman Polanski (1967)
Criaturas sedientas de sangre como espectros nocturnos, íncubos, aparecidos, nigromantes no muertos emergen de la oscuridad… el vampiro es quizás la criatura más universal…
Los relatos de vampiros están presentes en el séptimo arte desde tiempos inmemoriales, son parte de la mitología en muchos lugares del mundo, y un gran atractivo para crear y plasmar historias atrapantes. Un ser místico y poderoso pero no humano, que alguna vez lo fue… Pero en este caso “La danza de los vampiros” se trata de un homenaje al género de vampiros en clave de humor y con cierto toque erótico.
Primera película a color de uno de los cineastas más importantes de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, quien se alzó con la Palma de Oro de Cannes, y el premio Óscar al mejor director, entre otros muchos galardones. Nos referimos a Roman Polanski, quien además de dirigir la cinta, la protagoniza.
El doctor Abronsius (Jack MacGowran) y su ayudante Alfred (Roman Polanski) viajan por Transilvania para confirmar una teoría que afirma la existencia real de los vampiros y que tropieza con el escepticismo de sus colegas de la Universidad de Könisberg. Se detienen en una posada, cuyas paredes y ventanas están cubiertas de ristras de ajos, pero tanto los parroquianos como el posadero afirman que no existe ningún castillo por los alrededores y justifican la presencia de los ajos como un motivo ornamental típico de la región. El rapto de la hija del posadero Sara (Sharon Tate) y la vampirización de éste, Shagal (Alfie Bass), proporcionan a los protagonistas pistas suficientes para llegar al castillo en el que habita un aristócrata, el conde Von Krolock (Ferdy Mayne) y su hijo Herbert (Iain Quarrier).
La película nos adentra en una leyenda que transcurre en la antigua Transilvania. Contada de una forma absurda entre el terror y la comedia, con un humor fresco, repleta de escenas divertidas que serán de lo más amenas para el espectador. Desde los créditos iniciales con el excelente fondo de luna llena no dan ganas de alejarse de la pantalla. El baile de los vampiros tienen el sello inconfundible del humor absurdo de este autor. Polanski hace el más completo uso del absurdo tal vez encontrado en el cine y posiblemente el que con mayor intensidad ha sido ignorado.
Una arquitectura cinematográfica totalmente agradable, la estética muy cuidada su ambientación es magnífica, sus personajes, el vestuario, la dirección junto con el guión, los gags cómicos, los planos y movimientos de la cámara hacen que la cinta sea fantástica. La incompetencia del profesor Abronsius en una versión chiflada del famoso científico alemán Albert Einstein con mezcla de Van Helsing, la constante torpeza de Alfred, la cautivante personalidad del conde, la belleza impactante de Sharon Tate, Herbert, el amanerado vampiro, son un conjunto que realmente hace que valga la pena ver esta divertida historia.
En conclusión, “El baile de los vampiros” posee una narrativa ocurrente junto a unos diálogos burlones y afilados para volver el film de lo más hilarante pero sin excederse. Sumamente entretenida y divertida, placentera de ver, una de las mejores producciones de Polanski abordando este género.
Puntaje:
Tráiler:
Noelia Giacometto