Crítica de «El Camino: Una película de Breaking Bad» de Vince Gillian (2019)
Tras cinco exitosas temporadas y un gran final que coronó aquella verdadera epopeya televisiva, Vince Gillian decidió seguir explotando el producto con un spin off titulado «Better Call Saul», que sigue las aventuras del personaje de Saul Goodman, el moralmente cuestionable abogado que había ayudado a Walter White y a Jesse Pinkman en su empresa criminal. Desafiando todo tipo de pronósticos, el desprendimiento de «Breaking Bad» resultó ser un verdadero triunfo tanto en términos de crítica como de público. Ahora, a seis años del final de la serie, el creador de la misma redobla la apuesta intentando darle un cierre al arco de Jesse Pinkman, poniendo a prueba nuevamente a los espectadores y a los críticos. ¿Era realmente necesaria? ¿Está a la altura?
En primer lugar la respuesta a la primera pregunta podría resultar negativa pero, ni bien vemos el resultado, no cabe más que palabras de halago para Gillian, que nuevamente logra darnos un relato apasionante, sumamente trascendente y que se sostiene por sí mismo. El director y guionista norteamericano vuelve a correr el riesgo de empañar lo alcanzado con el producto original pero, no obstante, el film no solo mantiene la calidad, el espíritu y la solidez de la serie sino que además funciona a modo de epílogo de la gran historia narrada a lo largo de cinco años. A su vez, resulta un más que convincente final y cierre para el personaje interpretado por Aaron Paul, que si bien siempre funcionó como el coprotagonista y compañero de Walter White (Bryan Craston), aquí obtiene el reconocimiento y el protagonismo que se merece.
El largometraje arranca donde dejaba el capítulo final de «Breaking Bad», con Jesse Pinkman escapando de la escena del crimen en un Chevrolet El Camino. Así es como se convierte en un fugitivo que busca perder de vista a la policía y arrancar una vida nueva. Para ello deberá recurrir a viejos conocidos y enfrentar su propio pasado si es que quiere tener un futuro en libertad. La narración va y viene en el tiempo mezclando el presente de Jesse como prófugo y flashbacks que, además de agregar una cuota de nostalgia al incluir a viejos personajes como por ejemplo Todd (el genial Jesse Plemons), Badger (Matt Jones) y Skinny Pete (Charles Baker), nos van revelando cuestiones relacionadas al cautiverio del joven y a su vida en general que hicieron que en aquel presente se encuentre escapando de la ley.
Estamos ante un verdadero thriller policial/psicológico con tintes de western moderno que a lo largo de sus dos horas de duración nos ofrecerá grandes momentos de tensión, drama y conflicto interno. La película se desarrolla con un ritmo paulatino para dejar de lado aquel gran y frenético final que tuvo la serie, y va creciendo en drama/acción a medida que va corriendo el metraje. Todo esto acompañado del tono y el gran aspecto visual que hicieron famosa a «Breaking Bad» y un enorme trabajo interpretativo de Paul que parece no haberse olvidado de su querido y famoso personaje.
«El Camino: A Breaking Bad Movie» es, ahora sí, una carta de despedida a «Breaking Bad» pero más que nada a Jesse Pinkman. Un relato que termina siendo más relevante de lo que se pensaba porque es igual de representativo para Jesse que aquel último episodio para Walter White. Un final más que digno con una dirección impresionante de Vince Gillian y un excelente trabajo de fotografía como el que supo ver la serie en su máximo esplendor.
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Martín Goniondzki