Crítica de «El fotógrafo y el cartero» de Alejandro Hartmann (2022)
El año pasado se estrenó en Netflix la serie documental «Carmel: ¿Quién mató a María Marta?», la cual se centró en el famoso caso García Belsunce, donde se buscaba esclarecer lo que había pasado en el country el día que encontraron a la mujer muerta, algo que aún permanece como un misterio. El director de aquella producción fue Alejandro Hartmann, quien vuelve a ahondar en uno de los hechos que más conmocionaron a nuestro país: el crimen de José Luis Cabezas.
José Luis Cabezas fue un reportero gráfico de la Revista Noticias, uno de los medios más prestigiosos de la década de los ‘90, que se dedicaba a sacar a la luz historias ocultas de las personalidades más importantes y poderosas de la política y el mundo empresarial. Sus imágenes fueron protagonistas de varias tapas polémicas. Durante 1997, mientras Cabezas se encontraba en Pinamar con un colega para cubrir las noticias del verano, desaparece luego de una fiesta y es encontrado al día siguiente en un auto que fue prendido fuego con dos tiros en la cabeza.
A 25 años de su asesinato, Hartmann decide realizar «El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas», un documental que busca explorar lo sucedido a partir de una investigación exhaustiva. El mismo presenta testimonios variados, importantes y que permiten trazar una hipótesis contundente, con la participación de Gabriel Michi, el compañero que estuvo con él la noche que lo mataron; Alejandro Vecchi, el abogado de la familia; Mariano Cazeaux, el secretario del juez que llevó adelante de la causa; Eduardo Duhalde, quien era el gobernador de la provincia de Buenos Aires en ese entonces, entre muchos periodistas y responsables de medios que no solo eran colegas sino que también cubrieron el hecho.
Además, esto se superpone con una gran cantidad de material de archivo que retrata a la figura de cabezas, fotos que sacó, entrevistas que se hicieron en ese momento, conferencias de prensa relacionadas con el caso y otras para mostrar el contexto, entre otras cuestiones; y algunos elementos de ficción que sirven como transición entre testimonios.
El documental busca, por un lado, narrar el hecho para brindarle más detalles a los espectadores que sabían del tema y generar un mayor acercamiento hacia las nuevas generaciones que pueden haber escuchado en algún momento los apellidos Cabezas o Yabrán pero que no conocen la historia detrás. Pero también dar un panorama mucho mayor: mostrar quién era Cabezas, el trabajo que realizan los medios, el rol del periodismo, la implicación de los políticos en hechos de corrupción, y, sobre todo, analizar una época particular como la Argentina de los ‘90, donde se fomentaba el consumo y la exposición de dinero. Este caso vino a revolucionar a la sociedad y la política de ese momento y generó consecuencias profundas, por ejemplo, perjudicó a ciertas figuras en las elecciones presidenciales. Cabezas se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad de expresión y de prensa, y en un freno de una comunidad cansada y asustada.
Sin dudas el caso tiene de por sí un componente atractivo y morboso incorporado, que llevará a muchos espectadores a querer verlo, pero el director consigue contarlo de una manera atrapante. Con un óptimo montaje, poco a poco se va develando información fundamental, que junto a una lograda composición de la banda sonora, nos ofrece un clima de suspenso, tensión e intriga.
En síntesis, «El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas», es un más que interesante y atrapante documental que por un lado busca contar detalles sobre el hecho para quienes lo conocían previamente y para las nuevas generaciones, pero también marcar un punto de inflexión político y social de lo que significó el caso para la época. Con importantes testimonios, valioso material de archivo, elementos ficcionales, y un buen trabajo de montaje y sonido que consiguen un clima de suspenso, la película nos conmueve e interpela.
Puntaje:
Tráiler:
Samantha Schuster