CINE

Crítica de «El Mono» de Osgood Perkins (2025)

Si la década de los 00s fue deteriorando de a poco las comedias de terror, los 10s hicieron el lento trabajo de recuperar lo que viene siendo uno de los subgéneros más redituables de los 2020s en lo que se refiere a proyectos originales pequeños o medianos. En este caso, la premisa de «El Mono» parece perfecta para que Hollywood aproveche el revival que películas como «Malignant» o «M3GAN» (ambas producidas al igual que esta por James Wan) le han logrado dar al género. Lo único que quedaba para ver es cuál sería la proporción de comedia y de terror que tendría el producto final.

«El Mono» adapta una historia corta de Stephen King sobre un niño que descubre entre las cosas que le dejó su padre un juguete de mono que parece rodear de muertes accidentales a quienes lo poseen. Esta nueva versión toma la decisión de profundizar en las temáticas del relato original de King, acertada decisión ya que debía modificarse sí o sí para llevarla a la gran pantalla, dividiendo el protagonista en dos gemelos interpretados por Theo James («Divergent», «White Lotus»). La película agrega muchos detalles que llevan las temáticas exploradas por King como el miedo a la muerte, la paternidad o la dinámica entre el azar y el destino. Además de todo, resulta un interesante cambio de ritmo para un guionista y director que venía de tener su más grande éxito el año pasado con la excelente «Longlegs».

Si el cuento original de King podía verse bastante inspirado por «La mano del mono» de W. W. Jacobs, aquella que sabemos todos gracias a la cultura popular sobre dedos que se cierran y deseos cumplidos a un terrible costo, este filme denota una similitud con la franquicia de «Destino Final». Aunque no es una saga demasiado respetada, es una comparación especialmente útil para detallar las diferencias entre una película de terror graciosa por tomarse en serio a sí misma, como ocurre con «Destino Final», o una comedia con elementos casi estéticos de terror como pueden ser «Shaun of the Dead» o incluso «Beetlejuice». Aquí la cinta toma la decisión de ser por completo una comedia, solo que una en donde ocurren una gran variedad de muertes coloridas con diverso nivel de violencia e inventiva. Por un lado sorprende un poco que venga de un director que hasta ahora se había hecho un interesante camino ascendente en el género de terror algo más tradicional, aunque, por el otro, Osgood Perkins siempre logró ofrecer pequeños momentos de levedad en proyectos que, por más serios que sean, mostraban cierta cualidad lúdica en sus premisas tan para fanáticos del cine de terror. Es evidentemente un guionista que le suele proponer un juego a su audiencia, sea sobre sacrificios satánicos como sus otras películas o sobre hermanos gemelos peleando por un mono de juguete como en esta.

El elenco rodea al doble protagonista de varios talentos capaces en comedia, como lo son Tatiana Maslany («Orphan Black», «She-Hulk») en el papel de su madre o algunos cameos de Adam Scott («Parks and Rec», «Severance»), Elijah Wood e incluso el mismo director (con experiencia destacada como actor de comedia en «Legalmente Rubia»). El mayor inconveniente es que Theo James se siente bastante fuera de lugar en su papel principal. Hay una parte no menor de la película que tiene a los gemelos interpretados de buena manera por el joven Christian Convery («Sweet Tooth», «Cocaine Bear»), pero una vez pasamos a su adultez vemos a James interpretar más que nada a uno de ellos que se supone es un adulto temeroso e incómodo con la pesadez de su pasado. O al menos eso debe suceder en las páginas del guion porque en pantalla el usar anteojos no alcanza para que veamos algo diferente a un actor de Hollywood dedicado al modelaje y el gimnasio. Proyectos exitosos recientes parecen haber virado a James por el camino de la comedia pero realmente se desnudan sus flaquezas al rodearlo de otros intérpretes tanto más naturales que él en este estilo, viéndose incluso «superado» por momentos por el actor que interpreta a su hijo pre-adolescente. Lo que sí se logra con la química entre los personajes es que la historia termine prácticamente siendo más sobre el lazo con los padres que con lo traumático que resulta la muerte, un punto muy fuerte a favor de esta adaptación tan personalizada a piacere de Perkins.

La elección de su protagonista y el inclinarse demasiado por la comedia hacen que esta divertida película no sea más que un buen rato algo irregular pero disfrutable. Una lástima porque los momentos en los que funciona son varios y bastante divertidos, pero cuando realmente intenta dar algo de atmósfera de terror se siente bastante forzado aún con una excelente ejecución gracias al talento de Perkins y Wan. El problema es que se encuentran rodeados de una lógica tan liviana e incluso en ocasiones casi de dibujo animado infantil, haciendo justamente que se sienta la narrativa más a gusto en el primer acto en el que sus protagonistas son aún niños. Se entiende que el salto en edades sea un homenaje a «It» de King o que el tono busque conscientemente contrastar lo banal y traumático que es la muerte, pero nada de eso hace que los elementos individuales se eleven en conjunto. Perkins es un muy buen director de terror con la capacidad de crear momentos graciosos, pero en esta película demuestra no estar listo para crear una comedia de terror con risas y sustos funcionando en tándem al más alto nivel como los clásicos que sin dudas lo influenciaron.

Puntaje: 

 
 
 

Tráiler:


 
Leandro Porcelli

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