Crítica de «Emilia Pérez» de Jacques Audiard (2024)
El director francés de «Un Profeta» (2009) y «Deephan» (2015) nos trae un osado relato que mezcla el musical con el melodrama de tintes telenovelescos, una historia sobre la identidad de género e incluso el thriller vinculado a los carteles mexicanos. ¿El resultado? Un film provocador que, pese a sus intentos por resultar transgresor y novedoso, incurre en las mismas faltas que siempre se les achacan a las producciones hollywoodenses.
Si tuviéramos que emparentar la extrañeza de «Emilia Pérez» con algún otro relato, bien podríamos hacerlo con «Annette» (2021) de Leos Carax, otro musical que buscaba separarse de los cánones del género, casi al punto de renegar de sus convenciones para provocar al espectador y resignificar la misma historia que se está contando. La película de Audiard navega por las mismas aguas que la de Carax, pero opta por una estilización visual atractiva para los números musicales y al mismo tiempo incurre en la desafortunada decisión de hacer cantar en español a ciertos intérpretes que no hablan el idioma (como el caso de Selena Gómez que desemboca lastimosamente en una performance para el olvido). He aquí uno de los tres grandes problemas de «Emilia Pérez». El hecho de que la historia se ubique en México, pero solamente haya un intérprete mexicano en todo su elenco, habla un poco de la desvergonzada propuesta de Audiard. Asimismo, y a pesar de mezclar actores de origen latino en sus filas, muchos de ellos solamente tienen ascendencia latina, pero no hablan español, lo cual a veces resulta ridículo e irrisorio.
La película cuenta la historia de Rita (Zoe Saldaña), una abogada de un importante estudio que recibe una oferta totalmente inesperada. Ayudar al temible jefe de un cartel mexicano a retirarse del negocio y realizarse un cambio de sexo. Manitas/Emilia Pérez (Karla Sofía Gascón) intentará dejar el mundo de la violencia atrás para empezar a desarrollar una tarea humanitaria junto a su abogada, buscando a desaparecidos relacionados con el narcotráfico. Aquí les presentamos el segundo inconveniente del largometraje, el cual se da a nivel ideológico. Mientras que en papeles se ve como una propuesta interesante que podría llegar a tratar temas complejos, el resultado es un tanto complicado, ya que en ningún momento queda claro si el personaje principal se realiza el cambio de sexo para escapar de su muerte o porque verdaderamente sentía que era mujer. Al mismo tiempo, Emilia Pérez/Manitas se supone que fue responsable de la desaparición de muchos mexicanos durante su periodo como narcotraficante y después pasa de un momento para el otro a manejar una ONG que ayudaba a los familiares de los desaparecidos. No es de extrañar que pese a su osada puesta en escena y su impecable desempeño técnico la película haya tenido una respuesta diferente tanto en México como en el resto de Latinoamérica.
La película de Audiard resulta ser un espectáculo extrañísimo, por momentos absurdo y controversial, ya que busca profundizar en una diversidad de temas como la violencia de género, el narcotráfico y los desaparecidos y la transición sexual. Cuando la cinta se vuelve más juguetona y emparentada al tono de culebrón funciona, en cambio cuando intenta abordar las temáticas de forma «profunda» y «seria» termina incurriendo en la banalización de varias de ellas. También ocurre que hay ciertos aspectos que se sienten ajenos en la mirada europea del director galo respecto a cómo funcionan ciertas cosas en Latinoamérica. Y esto nos lleva al tercer gran problema de la obra, más allá de ser un «musical anti musical», las letras fueron escritas en francés y luego pasadas al español, lo cual no solo se nota por algunas incongruencias en diversas expresiones idiomáticas, sino que además se sienten poco orgánicas e incluso hasta grotescas.
Si bien «Emilia Pérez» tuvo una buena recepción en Cannes obteniendo dos premios, la reacción de la crítica estuvo un poco más polarizada, y esto se relaciona con que la película busca ser provocativa y no dejar indiferente a ninguno. Esa ambición desmedida deja a la cinta en un intermedio donde podemos apreciar la habilidad narrativa de Audiard y su cuidada puesta en escena, pero al mismo tiempo donde podemos criticar cierta liviandad y ridiculez. El film resulta una apuesta osada con varios pecados difíciles de perdonar.
Puntaje:
Martín Goniondzki