QUBIT TV

Crítica de “Gente como uno” de Robert Redford (1980)

Algunos cinéfilos señalan que esta película ha envejecido con poca elegancia al contar con algunos clichés en su historia, mientras que otros eruditos destacan que aún tiene mucha vigencia al exponer temas como el suicidio y la psiquiatría.

39 años pasaron del estreno de “Gente como uno”, y el debut como director de Robert Redford, por cierto, magistral, película por la que ganó el Oscar al mejor director. Basada en la novela Ordinary People de Judith Guest, la cinta nos presenta una historia simple, directa y cruda. Está protagonizada por Donald Sutherland  (Calvin Jarrett, el padre), Mary Tyler Moore (Beth Jarrett, la madre), Timothy Hutton (Conrad Jarrett, el hijo menor).

Las relaciones de una familia estadounidense modelo se ven alteradas por un accidente ocurrido en un bote. El mayor de los hermanos muere y el menor, agobiado por la culpa de haber sobrevivido, intenta suicidarse y es internado durante un tiempo en un psiquiátrico. El film narra el regreso a casa del joven, con sus problemas atrapados entre la frialdad de su madre y la impostada alegría de su padre.

Es una película auténtica, de relaciones, de cosas tan cercanas que inquietan, donde los protagonistas son los diálogos, las conversaciones en que los miedos y angustias propias asumen relevancia. Un retrato crítico y duro de un padre incapaz de mediar entre la tensión de madre-hijo, la difícil relación de una madre a la que todo le recuerda a su hijo muerto, con su otro hijo que ha intentado suicidarse por el enorme complejo de culpabilidad. Redford registra a la perfección los espacios comunes y opresivos que transita la familia.

La gran interpretación de Mary Tyler Moore, que simboliza la incapacidad de amar y de ser amada, el padre Donald Sutherland, quien representa la incondicionalidad hacia los hijos, y Timothy Hutton en uno de los mejores papeles de su vida, y que le valió un merecidísimo Oscar de la Academia. La cinta posee un buen ritmo sin precipitarse, pero con intensidad y cuidado. Además, vale hacer mención del psiquiatra, encarnado por Judd Hirsch, con una gran interpretación.

El increíble guion, la utilización de los flashbacks en momentos claves, el padre le dice a su esposa, cuando va al entierro de su hijo, qué camisa debía ponerse, o la escena de la cocina donde Beth Jarrett (Moore) dialoga con su madre sobre Conrad, que ha retomado la terapia, dando importancia sobre si el psiquiatra Dr. Tyrone C. Berger es alemán o judío,  además de centrarse en un plato roto por arreglar, en vez de la recuperación de su hijo. O cuando Calvin le dice a su mujer en un momento de explosión: “Todo habría ido muy bien sin problemas. Pero tú no resistes los problemas, disturban tu orden. Cuando murió Buck, parece que enterraste tu amor con él. O quizás tus mejores virtudes”.

El film es capaz de hacer preguntas y que el espectador reflexione. Tiene una narrativa profunda, veraz, creíble y de lo más honesto. Los planos, primero planos, movimientos de cámara, el seguimiento, el detalle, un trabajo elegante y cuidado.

En síntesis, «Gente como uno» es un drama familiar de gran talla, en que el amor, y todos los sentimientos que tenemos se los retrata de forma tan severa como real, de una manera exquisita sin caer en el sentimentalismo barato. Las actuaciones son admirables, la trama logra desbaratar al espectador por lo estremecedora, ante una tragedia donde cada uno intenta luchar por seguir la vida de la mejor manera posible, un acontecimiento que puede sufrir cualquier familia en cualquier lugar. Una cinta absolutamente intimista que llega a lo más profundo del corazón, con una línea cruda la hora de mostrar el proceso de duelo, la superación y el adiós. Por último, resalto y hago hincapié, me pregunto una vez más qué importancia tienen unos zapatos cuando vas al entierro de tu hijo.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Noelia Giacometto

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *