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Crítica de «Hombre Lobo» de Leigh Whannell (2025)

Leigh Whannell puso en valor su nombre como director en 2020 con «El Hombre Invisible», tras décadas de éxito como guionista de género en las sagas de «Insidious» y «El Juego del Miedo». Media década después sale esta suerte de continuación indirecta, que Universal espera sea un nuevo intento de revivir su universo de monstruos que logró ser sinónimo de éxito en la primera mitad del siglo 20 y sinónimo de fracaso en la década pasada bajo el título del «Dark Universe» que quedó sin realizarse.

La genéricamente nombrada «Hombre Lobo» sigue a un padre de familia llevando a su esposa e hija a conocer la cabaña que tenía su padre en el bosque. No tardará mucho en aparecer el peligro lógico del título, pero la película además elige poner su foco en la temática de las relaciones familiares. Su protagonista fue criado para sobrevivir en medio del bosque por una dura figura paterna con el miedo como principal arma, y decidió tomar un rumbo completamente opuesto a la hora de criar a su propia hija. La película parece interesada en mostrar las diferencias que estos modos de crianza tendrían en los hijos pero no lo suficiente como para realmente trabajarlo más allá de la acción banal de señalarlo en su diálogo.

Ese es lamentablemente el reiterado accionar del guion, que presenta muy superficialmente temáticas sin poder trabajarlas casi en lo absoluto por tener que centrarse en las mecánicas narrativas de una versión absolutamente genérica del hombre lobo. La cinta pocas veces se desvía de la secuencia más obvia de eventos, ofreciendo alguna que otra sorpresa pero sin el dinamismo dramático que le brindaría un trabajo de guión o dirección bien ajustado.

Los efectos especiales y toda la transformación al hombre lobo no trae nada nuevo a este sub-género, aunque al trabajar la transformación de forma más subjetiva y profunda que en otras producciones anteriores sí consigue algo de frescura. Hace bien en poner énfasis en el aspecto psicológico y de body horror, pero cae en que los mayores cambios de apariencia ocurran fuera de cámara. La productora Blumhouse hace un tiempo comunicó su intención de dar un salto para dejar de producir solo películas de bajo presupuesto (que siempre le ha salido bien gracias a la calidad lograda y el éxito en taquilla), por lo que es una lástima que el salto de casi cuatro veces del presupuesto de «El Hombre Invisible» no se vea en pantalla: tiene locaciones sin un gran trabajo de diseño de producción, un elenco acotado de actores sin renombre, efectos visuales apenas aceptables y una realización en general sin grandes ambiciones.

Lo que era un proyecto con la expectativa mínima de intentar ofrecer algo más allá de lo funcional, termina ofreciendo una experiencia que a duras penas logra trascender lo mediocre. Parece que Whannell tomó el borrador en el que había dejado el proyecto hace unos años, apuró su producción para sacárselo de encima con una ejecución desde la dirección apenas por sobre lo televisivo, y eligió pasar a alguna otra producción que realmente llamaba su atención más personal.

Puntaje: 

 
 
 

Tráiler:

Leandro Porcelli

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