Crítica de «La Noire de…» de Ousmane Sembène (1966)

Hace más de cincuenta años atrás, Ousmane Sembène, el más grande e innovador director africano del siglo XX, presentaba al mundo el primer largometraje del África subsahariana rodado por un director negro: «La Noire de…» («Black Girl», en su título en inglés). Luego de vivir algunos de los procesos independentistas africanos y de su posterior paso por la Escuela de Cine de Moscú, Sembène volvió a Senegal para condensar su visión del mundo en poco más de cincuenta minutos de gran destreza narrativa. Ganador del Premio Jean Vigo, «La Noire De…» volcó la atención mundial a las realidades más profundas del África negra, desmarcándose de la producción local occidentalizada, que por ese tiempo lideraba la industria del cine egipcio.

Los movimientos portuarios del inicio y la posterior aparición de Diouana, quien en su pensamiento se pregunta «¿nadie me vino a esperar?», conforman, en la simpleza de la puesta, una imagen cargada de sentido. La llegada de La Buena (La bonne), como Sembène la describe en los títulos iniciales, bien vestida, discreta y a la vista feliz, nos posiciona con rapidez en una situación puntual. La conversación condescendiente en el auto aclara lo restante: mujer joven, negra, introvertida, ha llegado a Francia a trabajar y el hombre que la fue a buscar es su patrón; han pasado menos de cinco minutos de película. La efectividad de Sembène a la hora de narrar con imágenes, impresiona.

La historia nos transporta a disímiles contextos entre Francia y Senegal, país que por esos años ha logrado independizarse del primero. Tanto como el blanco se contrasta con el negro, las realidades de los personajes son contrapuestas constantemente por el director. Una familia blanca y adinerada que mira la costa desde el balcón, trae engañada a Francia a una chica senegalesa, para que trabaje en tareas domésticas y de cuidado de los niños. Una medida composición de la imagen, con angulaciones contrapicadas y planos enteros o con un leve aire sobre la cabeza de los personajes, clarifican el punto de vista de Diouana, sus sensaciones e incomodidades, su humildad y estoicismo ante la situación que vive. En este sentido, es interesante la decisión de usar el recurso del soliloquio, usando incluso la voz en off de otra actriz, para dar énfasis a su humillante inferioridad. Todas formas que Sembène utilizó para dar profundidad al guion y tridimensionalidad al personaje.

Los deseos y las frustraciones de Diouana se condensan en el de todo un continente. La historia de Sembène desliza una fuerte crítica al supuesto final del colonialismo africano y sus promesas de autonomía e identidad, cumplidas solo en el papel. Se vuelve valioso, entonces, el uso de la máscara como objeto que condensa estos mensajes inexpresados por Diouana, y cuyo viaje a lo largo del film alcanza una importancia clave para entender lo que el director quiere contar; despojo, cautiverio, retorno, reivindicación. En consecuencia, «La Noire De» es un drama desgarrador y una declaración política radical que enarboló el sentir de los países africanos a finales de los años ’60, y que hoy se yergue como documento histórico, esencial para entender, en palabras de Benjamin, el punto de vista nunca develado, de los derrotados.

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Roberto Medina

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