Crítica de «Lucky» de John Carroll Lynch (2017)
El actor John Carroll Lynch («Fargo») debuta como director en este pequeño film dramático cargado de nostalgia y melancolía, al igual que una profunda performance de Henry Dean Stanton («The Straight Story», «Alien»). El protagonista nos ofreció su última interpretación como actor, ya que murió en septiembre del año pasado, cosa que no hace más que agregarle una mayor significación a la trama y a los elementos que trata el largometraje.
La obra nos cuenta la historia de Lucky (Stanton), un nonagenario que lleva una apacible existencia en un pueblo de Texas, con una rutina y unos hábitos muy marcados. Un día su vida se ve alterada por un pequeño accidente doméstico que lo lleva a consultar el médico, el cual le explica que su salud es impecable y que su traspié fue producto de la edad avanzada. Así es como Lucky empieza a darse cuenta que se encuentra en la recta final de su vida y que los achaques de la edad comenzarán a ser moneda corriente. La película nos sumerge en un viaje de autodescubrimiento, donde entrarán en juego cuestiones como la soledad, los seres queridos, la espiritualidad y tantos otros asuntos de carácter existencial que llevarán tanto al espectador como al protagonista a reflexionar y deliberar.
Nos encontramos con una comedia dramática sutil, modesta y de corte intimista, que logra crear una atmósfera acogedora impulsada por un guion interesante y un trabajo actoral maravilloso, acompañado por varios papeles secundarios atractivos compuestos por Ron Livingston, Ed Begley Jr., Tom Skerritt, James Darren y Barry Shabaka Henley y por el genial David Lynch («Twin Peaks», «Blue Velvet»), que deja de lado la dirección para ofrecernos un personaje excéntrico y encantador digno de uno de sus fantásticos relatos. Por otro lado, uno de los aciertos a nivel técnico y estético, está representado en la dirección de fotografía de Tim Suhrstedt («Little Miss Sunshine»), que envuelve y abraza esa nostalgia por medio de colores cálidos reflejados en ese paisaje árido que trae aparejado el escenario texano.
Quizás «Lucky» no resulte ser un plato digerible para toda la audiencia, pero habrá un gran sector del público que saldrá encantado por su aire reflexivo y metafórico. El protagonista parece ser un viejo cowboy que vive en un pueblo quedado en el tiempo, y posiblemente su propia vida se haya quedado en una época anterior, habiendo dejado muchas cosas pendientes. Ante el paso del tiempo, el protagonista intenta reconciliarse con la idea de su propia mortalidad.
Todo esto lo iremos descubriendo de a poco gracias a varias conversaciones y/o diálogos que el solitario personaje irá teniendo con personas del pueblo que resultan ser viejos conocidos o algunos forasteros que se involucran en la vida local. Por momentos puede resultar algo cansino el ritmo narrativo, pero se utiliza como un recurso para meternos en ese estado de miedo, confusión y desconcierto que atraviesa el personaje.
«Lucky» es un viaje poético y desolador como el lugar donde se desarrolla la acción. Un proceso de autodescubrimiento, donde el protagonista descubrirá que “venimos solos y nos vamos solos de este mundo”, pero para ello tendrá que hacer las paces con su voz interior y con sus conocidos. Un film pequeño pero interesante que se destaca a nivel interpretativo y narrativo.
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Martín Goniondzki