Crítica de “Monos” de Alejandro Landes (2018)

Luego de ocho años de haber dirigido su última película “Porfirio”, el realizador colombo-ecuatoriano nacido en Brasil, Alejandro Landes, vuelve a la pantalla grande con una coproducción entre nueve países (Argentina, Colombia, Holanda, Alemania, Uruguay, Dinamarca, Suecia, Suiza y Estados Unidos) que impacta por su temática, su tratamiento y magnetismo visual y sonoro.

“Monos” se centra en un grupo de guerrilleros conformado por adolescentes, quienes tienen la misión de cuidar a la Doctora, una rehén estadounidense. Pero el resto del tiempo se lo dividen entre un arduo entrenamiento (sobre todo cuando reciben la visita de su superior una vez cada tanto) y momentos de ocio, donde la sexualidad y las emociones reinan.

Desde el primer momento la historia que se presenta es atractiva por el enigmático relato que se introduce. Nos muestra a un grupo de chicos, de los cuales no sabemos más de lo que vemos durante el film (no tenemos un contexto de los personajes, ni quiénes son, ni por qué están ahí, ni siquiera nos enteramos de sus nombres ya que todos se llaman por apodos) y que, a diferencia de lo que podríamos esperar de adolescentes comunes y corrientes, viven en un mundo violento. Y esa violencia se observa no solo en el entrenamiento, sino incluso en los juegos y rituales (por ejemplo un saludo de cumpleaños), algo totalmente naturalizado. No conocen otro universo más que ese y se comportan conforme a ello, pese a que no dejan de ser niños.

A medida que va transcurriendo la historia, el grupo se vuelve cada vez más rebelde y anárquico, donde todo vale y no hay autoridad o regla que sirva para limitar la fuerza impuesta por algunos de sus miembros. Con cambio de locación, de un espacio abierto y frío a la cálida y peligrosa jungla colombiana, comienzan los conflictos internos, las dudas y la revelación de la verdadera personalidad de cada uno de ellos. Esto genera un clima de constante tensión, donde ni los personajes ni el público saben qué es lo que puede pasar. Esta sensación se ve acrecentada por la utilización de una música potente y estridente.

Además de la destacada banda sonora, la historia también se beneficia de sus locaciones. Si la misma ocurriera en otro lugar no cobraría la misma importancia. Asimismo, el film va alternando primeros planos de los personajes, para mostrar sus estados y emociones, con planos más generales donde se prioriza más el paisaje que a las personas, demostrando el aislamiento del grupo.

Con respecto a las actuaciones, nos encontramos con actores prácticamente desconocidos que logran componer de gran manera a sus personajes. Se trata de un elenco coral, aunque hay algunos roles que sobresalen por presentar un mayor liderazgo (no necesariamente en un buen sentido), pero cada uno tiene su momento para destacarse. Con algunos se puede empatizar un poco más que con otros debido a las actitudes que van desarrollando a lo largo del metraje, pero todos generan algún tipo de sentimiento.

En síntesis, “Monos” es una atractiva propuesta que va escalando en intensidad a medida que la historia se vuelve cada vez más violenta, anárquica e impredecible. Una interesante trama bien llevada a cabo por sus intérpretes, como también por un atinado acompañamiento de la música y la escenografía.

Puntaje:

 

 

Trailer:

 

Samantha Schuster

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