El cine de David Lynch

El cine de David Lynch es prácticamente un género en sí mismo. Es un cine que se caracteriza por causar y provocar diversos efectos en el espectador. Es un cine de sensaciones. Sus películas están cargadas de mucha emoción y siempre tendrán varias lecturas posibles. Eso es lo más rico de su estilo cinematográfico.

David Keith Lynch nació en Estados Unidos el 20 de enero de 1946. Su carrera no solo se limita al terreno cinematográfico, sino que también se ha dedicado a la pintura, la música, la publicidad, la fotografía, e incluso al diseño de mobiliario.

Volviendo al terreno audiovisual, podemos decir que no hay otro autor -en el sentido más complejo de la palabra- como él. Su cine es difícil de catalogar y para ciertas personas de digerir y procesar. Es un cine que se presta para al debate porque nunca va a transmitir un mensaje de la forma tradicional, sino que el espectador deberá buscar la manera de decodificarlo e interpretarlo.

Reconocido admirador de Ingmar Bergman y Werner Herzog, su amor por el dadaísmo y el surrealismo queda demostrado en la “mayor parte” de su filmografía, donde suele entrecruzar el plano de lo real con lo onírico. Cuando digo en su “mayor parte” estoy dejando de lado a películas como “El Hombre Elefante” o “Una Historia Sencilla” (que son películas de narrativa clásica). De hecho cuenta la leyenda que David Lynch realizó “Una Historia Sencilla” para demostrar que podía contar una historia de la forma tradicional ante los reproches del público y cierto sector de la crítica especializada.

Otras características de su cine incluyen el utilzar atmósferas opresivas y asfixiantes, emplear personajes excéntricos y muchas veces hacerlos atravesar por situaciones absurdas (muy bien plasmado en su serie de tv “Twin Peaks”).

Es capaz de transmitir al espectador distintos sentimientos en un mismo instante, a veces hasta contradictorios; desde el amor y la pasión y el afecto, pasando por lo oscuro y macabro del ser humano hasta el dolor más intenso.

En fin, el cine de Lynch es eso: una montaña rusa de emociones no apta para espectadores “tibios”, es que en definitiva o lo amas o lo odias.

Martín Goniondzki

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *