Entrevista a Rafael Spregelburd, actor de «La Otra Piel»
Este jueves se estrenó «La Otra Piel», una película argentina que se centra en Abril, quien intenta darle un sentido a su vida y viaja para encontrarse (o perderse) a sí misma, impulsada por un romance con un final incierto. En esa búsqueda se modifica su percepción, su piel se transforma hasta convertirse en otra piel.
Por motivo del estreno, Mónica Ortiz conversó con uno de sus protagonistas, Rafael Spregelburd, un gran actor, cuyos personajes son creíbles y nos sacan siempre una sonrisa. En este film, lejos de ser una comedia, nos cuenta qué tenemos quetener en cuenta al momento de verlo.
– ¿Tenemos que ir con algún chip o solamente dejarnos llevar?
– ¡Uy! ..Que pregunta difícil…yo me encontré con una gran sorpresa en esta película por cómo fue filmada y por lo significó para mi participación, porque la directora, Inés De Oliveira Cézar, necesitaba para esta película un dramaturgo de verdad, con un obra de verdad, que estuviera ensayando.
– ¡Entonces el personaje era tuyo!
– Entonces me pidió prestado a mi elenco, a mi obra “La Terquedad”, que en ese momento estaba en cartel (cuando filmamos) en el Teatro Cervantes, pero para hacer otra cosa, yo hago un papel de un director y dramaturgo que está ensayando la obra que no le sale, que tiene problemas con sus actores, con su esposa, consigo mismo. Es decir que fue muy raro para mí ver una obra que significó mucho para mí “fuera de foco” puesta al servicio de otro relato, así que fue un experimento muy inquietante ver que esos textos que había escrito para un argumento concreto, una obra que transcurre durante la Guerra Civil Española, que habla de Fascismo, etc… puesto en una película intimista, donde significan otras cosas los mismos textos, cumple en primer lugar con una función poética y no dramática.
– ¿Cómo fue para vos ese proceso, de ver tus textos en una película? ¿Cuáles fueron tus sensaciones cuando viste el film terminado?
– Yo no había visto la película, hasta que ella (la directora) la editó, así que me sorprendió mucho que los textos pudieran tener ese doble y triple sentido. Eso para un dramaturgo también es distorsivo, porque es como cuando un director toma tu obra y lo monta, toma tus textos pero de otra manera. A mí siempre me produce cierta incomodidad, es como estar desnudo en medio de una fiesta…
– Claro, hay quienes lo dejan y ya …
– Yo lo dejo eh, no objeto absolutamente nada, sino no habría libertad para compartir lo que uno escribe, sino que estoy tan acostumbrado a escribir para mí mismo, para montarlo yo, que cuando esto ocurre en la mano de otro/a con una mirada francamente muy diferente a la mía muy femenina, si se puede usar la palabra y que esto sea simple. Me sorprendió mucho, si los textos no significan eso… Bueno en esta película sí. Hay todo un procedimiento para mí de un proceso de ausencia de mí mismo.
– ¿Cómo es tu personaje?
– Es un director, con un elenco, que es mi elenco real, pero yo no soy así, mi elenco no es así, no nos comportamos de esa manera y tratábamos de que fuera creíble de esa manera. Como es el devenir de un grupo que hace algo tan absurdo como llevar adelante con garra, con sangre y con pasión una pieza teatral.
– Todo lo que haces siempre es muy creíble, a mí me gusta mucho verte en comedia, pero en este tipo de películas, siempre dejas un plus, sos como una garantía para los directores. ¿Lo crees asi?
– Gracias (risas), a mí me gusta mucho el lenguaje del cine, me gusta mucho la intimidad de la cámara, me siento, francamente, más a gusto actuando en voz baja y manejando esos registros que maneja el cine que en una sala teatral que hay mil espectadores a los gritos, pero esto le pasa a cualquier ser humano de este siglo. El teatro ha cambiado mucho de siglo, de hecho ha aprendido mucho del cine, del montaje del cine, porque creo que el ojo del espectador está muy entrenado por el cine y el teatro reclama una velocidad, una intimidad todas las cosas que el cine puede proporcionar. Yo me siento muy a gusto trabajando en cine, naturalmente lo mío es la comedia. Pero esto podríamos decir que es un drama inextricable, muy difícil de entender, porque estos personajes están en la situación en la que están, que les ha pasado previamente, es un drama no conclusivo donde no se dan lecciones fáciles acerca de cómo vivimos las personas.
Mónica Ortiz