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Crítica de “Septiembre” de Woody Allen (1987)

El verano está llegando a su fin, un grupo de personas pasan unos días en Vermont en una casa de campo. Las relaciones entre ellos irán tensándose, dado que los intereses de unos y otros colisionan.

Son los últimos días de agosto. Diane (Elaine Stritch), una vieja y vitalista estrella de cine, y su pareja Lloyd (Jack Warden), visitan a su hija Lane (Mia Farrow) en su casa de campo. Lane es una mujer depresiva, cuya vida está marcada desde la infancia por el asesinato del amante de su madre, a la que culpa de su mala suerte. Está enamorada de Peter (Sam Waterston), un publicista, pero éste ama a Stephanie (Dianne Wiest), que le corresponde, aunque está casada. Y Howard, un profesor de francés; que está profundamente enamorado de Lane.

Una compleja trama, que gira en torno a un fallido intento de suicidio por parte de Lane y su retiro a una cabaña de Vermont a modo de terapia, en compañía de su amiga Stephanie, quien necesita tomarse un respiro de su matrimonio e hijos; también esta Peter, el vecino, un publicista que insiste en ser escritor y sigue lidiando con sus pesadez a la hora de escribir, y que entre ambos se establecerá un romance; por otra parte está Howard, un profesor de francés y su ilusión de tener el amor de Lane, luego están Diane y Lloyd, que solo llegan a alborotar la escasa tranquilidad de Lane.

Tras varios días de interacción, las desafortunadas conexiones emocionales de los protagonistas comienzan a develarse, tejiéndose intrincadas relaciones de amor y odio, desembocando en un final inevitable para todos. La fotografía es extraordinaria, los primeros planos donde denotan un lenguaje corporal espectacular. El detalle en sus diálogos y la música de jazz clásico destacan las emociones de sus protagonistas.

La película se sitúa toda dentro de la misma casa, sin contacto hacia el mundo exterior, siendo concebida como una obra teatral filmada en tres actos. “Septiembre” supuso un tour de forcé (gran esfuerzo físico, gran escena emocional), lleno de guiños nostálgicos, en que debería haber sido, sino fuera, podría ser, y si tal vez… la constante incomodidad de lo no resuelto, son el punto clave de lo que hace a esta cinta interesante, y digna de ver. La metáfora del título: Ese septiembre en el que se acaba el verano, todo lo bueno, lo colorido y posteriormente hay que lidiar con lo “malo”, en cierto punto sería  la vida cruel.

En resumen, la película es una trama sentimental y familiar, que se mueve dentro del existencialismo, el sentido de la vida, sus carencias, el amor, la vejez, la amistad, la infidelidad, la atracción, lo imposible, donde todo en algún punto trasluce a la soledad. Estos temas son tratados con sutileza e inteligencia, una propuesta sencilla de la cual puede sacarse múltiples reflexiones. «Septiembre» habla de la renuncia y la renuncia crea una falta, una ausencia de la parte que convierte en otra cosa nuestra vida. Un film que si bien no tuvo un gran éxito en taquila es sumamente recomendable, tal vez un tanto triste pero que te dejará reflexionando.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Noelia Giacometto

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