Crítica de “Días de radio” de Woody Allen (1987)
Hubo momentos donde escuchar la radio era la actividad de ocio por excelencia. En los años 40, donde la televisión estaba en sus inicios y, además, era un lujo, imperaba el chisme. Entonces, aquellos dos elementos rondaban las calles de los barrios humildes. “Días de radio” cuenta la influencia que tuvo este medio de comunicación en la vida de cada persona, relatando pequeñas historias que mezclan dramatismo con un poco de comedia. En esta película, Woody Allen se luce en su escritura y en su dirección.
Joe (personaje al cual Woody Allen le otorga su voz) narra memorias de su infancia durante los días de radio. En su niñez (Seth Green encarna a este personaje durante este período) vivió en la misma casa que sus padres (Julie Kavner y Michael Tucker), sus tíos y gran parte del resto de su familia. Cada uno encontraba, en la radio, un objeto de dispersión: desde el radioteatro, pasando por historias de deportistas, hasta chismes de personalidades reconocidas de ese ambiente. Así, con un poco de dramatismo y comedia, Woody Allen logró un producto sólido desde todas sus aristas.
En cuanto a la fotografía, reina lo vintage: desde el vestuario hasta el amueblado de las casas, todo se encierra dentro de aquello que puede considerarse de época. Además, hay una intención de realizar una crítica social: está representada la clase baja y la clase alta. De un lado, podemos encontrar a las familias como la de Joe, donde lo importante es compartir un pequeño evento como un programa de radio y, por el otro, a las personalidades famosas que se relacionan en fiestas pomposas.
El reparto es multitudinario y enfocarse en sólo una parte de este es desmerecer el resto. En su totalidad, cada actor y actriz realiza un papel adecuado y se acoplan de una gran manera. Es notoria la comodidad del guion para ser representado, ya que hay varias escenas largas que se desarrollan de una excelente forma. De lo contrario, eso no sería posible.
“Días de radio”, en conclusión, es una película que debe ser vista. Rememora una época cuyos elementos o su vestuario son bellos visualmente y, en tiempos como hoy, lo vintage está resurgiendo. Entonces, quizás, el gusto por este film puede aumentar. Sin dudarlo, es un gran largometraje para conocer a Woody Allen. (Nota de redacción: no es spoiler, pero prestá atención a la última frase de la película. Es simplemente hermosa.)
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Franco Valente