FESTIVALES

IFFR 2022: «Eami» de Paz Encina (2022)

Paz Encina («Hamaca Paraguaya») dirige el drama galardonado en la Tiger Competition del corriente Festival de Rotterdam que anda cursando sus últimos días. «Eami» compone un drama y una carta de protesta sobre la situación que atravesó el pueblo indígena ayoreo-totobiegosode respecto a la desforestación y al «progreso» o mejor dicho al avance del capitalismo o el hombre blanco sobre sus territorios.

«Eami» significa tanto «bosque» como «mundo» en ayoreo, y además de ser el nombre de la protagonista, queda establecido que para esta gente el bosque es todo para ellos, es su lugar de pertenencia, su mundo. La directora paraguaya viajó a las tierras de la tribu para poder sumergirse en su mitología e historia. Allí escuchó un montón de historias que le sirvieron de base para armar este sentido retrato de ellos y de la destrucción de su pueblo. El largometraje emplea un estilo y tono entre onírico y de realismo mágico en el que se van revelando los pormenores de la situación del pueblo ayoreo, con planos cortos de los miembros de la tribu, paisajes del bosque (tantos de la destrucción como de lo que todavía sigue subsistiendo) así como también de animales y plantas que los rodean.

El registro, cercano al del documental, que ofrece el relato le da cierta dosis de realismo a la experiencia que cada vez se vuelve tan abstracta como contemplativa a medida que van avanzando los minutos. Si bien hemos visto varios relatos de esta índole donde se tratan los conflictos y/o contrastes entre los pueblos originarios de distintas partes del mundo en contraposición con la sociedad globalizada y el llamado «avance» o «progreso», aquí la denuncia es más explícita, ya que podemos ver una acusación real de algo que viene sucediendo hace bastante tiempo. La directora va mezclando la poética visual, con algunos testimonios y con una voz en off que funciona a modo de hilo conductor para redondear una experiencia distinta y significativa.

«Eami» es el testimonio de un pueblo destruido y una comunidad prácticamente desintegrada que busca preservar y aferrarse a aquello que los define como individuos. Un viaje sensorial bastante duro y determinante que busca que los indígena ayoreo-totobiegosode sean escuchados y salvados del olvido.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

 

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