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¿Qué nos dejó la segunda temporada de «Las Chicas del Cable»?

Para los que disfrutaron de la primera temporada de “Las Chicas del Cable”, la serie española original de Netflix, seguro se pusieron contentos al saber que no deberían esperar un año para volver a ver esta historia, sino que en diciembre tendría su estreno. Y dicho mes llegó y sus ocho episodios pudieron ser vistos en la plataforma.

En esta segunda temporada, los Cifuentes ya no son más los dueños de la compañía, pero sí los socios mayoritarios y la firma de teléfonos está a cargo del Sr. Uribe, un empresario argentino. Lidia ascendió como su secretaria personal, mientras que sus amigas mantuvieron su puesto como telefonistas (a excepción de Ángeles, cuyo marido no la deja trabajar). Pero todo avance tiene su retroceso, cuando las cuatro se vean envueltas en un asesinato que deberán cubrir.

Este punto de partida puede resultar un poco predecible para los espectadores, pero será el eje central de esta nueva entrega, cuya temática es más oscura y presenta mayores secretos  (y cosas que perder) que la anterior. De todas maneras, mantiene su esencia de mezcla de géneros, donde el romanticismo tiene un lugar importante, poniendo a la protagonista en el medio de sus dos amores. Por momentos esta trama se vuelve bastante novelesca con muchas idas y vueltas y entramados repetitivos, haciendo que el interés por la historia principal tarde un poco en llegar. Pero a medida que el argumento policial va tomando mayor forma, es cuando se captará la atención del público (también acá nos encontramos con algunos elementos bien de fórmula vistos en infinidad de producciones).

Por otro lado, “Las Chicas del Cable” vuelve a ahondar en cuestiones interesantes en cuanto al género y a la posición de la mujer, por ejemplo, cómo se veía en ese entonces a una madre soltera, el rol de la mujer como figura de liderazgo, la identidad sexual, entre otros temas de actualidad.

Con respecto a la incorporación de nuevos personajes, éstos no suman mucho a la trama. No se entiende (al menos no todavía) su propósito en dicho país, no logran empatizar con la audiencia y algunas actuaciones se sienten medias toscas y forzadas.

La música sigue siendo un problema, al igual que en la primera temporada, donde se nota que no tiene relación lo que se escucha con lo que se ve, haciendo que uno le preste más atención a esta falta de conexión que a la historia en sí. Si bien después de un tiempo uno se termina acostumbrando a esto, debería haber un trabajo un poco más cuidado, ya que la ambientación de época y el vestuario son tan acertados que estas melodías modernas no terminan de encajar.

En síntesis, la segunda temporada de “Las Chicas del Cable” tarda en generar su interés debido a un punto de partida predecible (y algunas resoluciones también previstas), pero una vez que se encamina logra proporcionar buen suspenso, atinadas reflexiones y el abordaje de temáticas interesantes. Con algunas decisiones no tan acertadas, supieron crear un cliffhanger final impactante para enganchar a la audiencia para una tercera temporada.

Tráiler:

 

Samantha Schuster

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