«Star Wars Episodio VIII – The Last Jedi»: ¿Genialidad o paso en falso?
«El mejor maestro, el fracaso es» – Yoda
Finalmente podemos disfrutar del Episodio VIII que ya se encuentra disponible en las salas argentinas. El tan ansiado estreno del film de la franquicia más exitosa de la historia del cine llega a la pantalla grande con la controversia del gran recibimiento de la crítica especializada y una tibia recepción de los fans. Esto nos hace entrar en el debate: ¿Quién tiene razón? ¿Es uno de los mejores capítulos de la saga o uno de los más flojos?
Después de dos años de larga espera, somos testigos de «Star Wars: The Last Jedi», la cual tuvo una polarización en lo que concierne al acogimiento del público sobre la historia concebida por Rian Johnson («Looper», «Brick»). El relato comienza inmediatamente después de los eventos que vimos en «The Force Awakens» y el panorama para los rebeldes no es nada alentador. La malvada Primera Orden se ha vuelto más poderosa y tiene contra las cuerdas a la Resistencia, liderada por la General Leia Organa (Carrie Fisher). El piloto Poe Dameron (Oscar Isaac) encabeza una misión para intentar destruir un acorazado de la Primera Orden. Mientras tanto, la joven Rey (Daisy Ridley) tendrá que definir su futuro y su vocación, y el viejo Jedi, Luke Skywalker (Mark Hamill), deberá reevaluar el significado de su vida y su rol en los acontecimientos venideros.
Como siempre, la historia no representa ningún desafío en cuanto a su entendimiento. Sin embargo, el reto que deberá afrontar el fan tiene que ver con ese espíritu de provocación del realizador que busca trabajar tanto con las frustraciones de los personajes como con las del mismo espectador. Rian Johnson nos brinda la película de «Star Wars» que no se parece a ninguna otra y que justamente viene a cambiar el paradigma de la saga. Quizás no sea el film que los espectadores andaban buscando, pero sí representa el largometraje que nos merecemos. Al episodio VII se le reprochó su mirada nostálgica a la vieja trilogía y su parecido narrativo con el episodio IV. Es por ello, que el director buscó distanciarse lo más posible de «The Empire Strikes Back» con el objetivo de sorprender y brindar un producto fresco y diferente.
Es así, que a diferencia de las entregas anteriores, se nos presenta la película con una buena estructuración, donde se siguen varias subtramas a modo de relato coral, cuyas líneas irán convergiendo con las otras a medida que se vaya avanzando en el metraje. En sus 152 minutos aparecerá una enorme cantidad de personajes brindando sus aportes al argumento (recordemos que el resto de los films tenían como mucho dos o tres líneas paralelas). Obviamente este recurso es riesgoso, ya que algunos participantes no contarán con tiempo suficiente como para desarrollar un papel de peso en la historia. No obstante, Johnson sale airoso en este cometido y no descuida casi a ningún rol (algunos dirán Phasma o Snoke, pero éstos, sobre todo el Líder Supremo, cumplirán un papel mayor en lo que respecta a la saga).
El guion, lejos de ser perfecto, presenta ciertos problemas menores que no arruinan la experiencia del espíritu transgresor y renovador que se nos propone. Asimismo, hay lugar en el relato para un buen desarrollo de los personajes y los conflictos que atraviesan, logrando que la historia tenga coherencia y cohesión. Los momentos cómicos, si bien a veces pueden resultar excesivos, están bien distribuidos y no quedan desairados o fuera de lugar en el cosmos pergeñado hace 40 años por el maestro George Lucas.
Lo más interesante que podremos presenciar en esta ocasión tiene que ver con el “viaje” del héroe y la dicotomía entre la luz y la oscuridad, que aquí desdibujan sus fronteras para mostrar que no todo es ni tan brillante ni tan opaco. Los héroes tomarán decisiones que perjudiquen a sus compañeros y los villanos también. Hay protagonistas que se moverán por un área gris, producto de los tiempos difíciles que viven y de sus formas de actuar y pensar. Habrá varias capas de lectura donde los personajes cuestionen sus creencias y donde deberán plantearse dejar atrás el pasado para poder mirar hacia adelante. Todos estos elementos dotan a la historia de cierto aire impredecible, componiendo una de las más grandes fortalezas de esta entrega. Es muy difícil anticipar lo que va a pasar y las grandes revelaciones que uno esperaba en esta entrega del estilo “Yo soy tu padre”, van en otra dirección y sentido.
Para todo esto, Johnson contó con la ayuda de una belleza estética bien marcada, que quizás es la más lograda de toda la saga y la que sale un poco de lo que fueron las películas anteriores. El mérito se lo lleva el director de fotografía Steve Yedlin (habitual colaborador del director) y Rick Heinrichs («Sleepy Hollow» y «Fargo»), el director de producción. Juntos le dan una impronta y un estilo bien marcado a la experiencia. Por el lado sonoro, John Williams vuelve a hacerse cargo de la identidad musical, ampliando su excelsa creación con algunas sutilezas que introducen las nuevas identidades melodiosas de cada personaje tanto nuevo como preexistente. Y por el lado del elenco, se destacan Daisy Ridley y Adam Driver que componen el duelo actoral más destacado de este capítulo, denotando la calidad interpretativa de ambos. En las nuevas incorporaciones resaltan Kelly Marie Tran como Rose Tico y Laura Dern como la almirante Holdo. Por otro lado, fue bastante desperdiciado Benicio Del Toro como DJ, cosa que seguramente corrija JJ Abrams en el episodio IX. Párrafo aparte merece Mark Hamill que logra elevar a su Luke Skywalker a un nivel superlativo, donde se lo muestra muy humano, como un héroe devenido en ermitaño por culpa de sus errores. Cuando logra aceptarlos es que el personaje alcanza una tridimensionalidad nunca antes vista en las entregas anteriores y donde saca a relucir su verdadera fuerza interior.
En resumen, «The Last Jedi» marca un antes y un después. El Episodio VIII patea el tablero y resignifica el universo «Star Wars» brindando el evento épico y monumental que esperábamos pero no de la forma en que lo hacíamos. Con una oscuridad latente y un espíritu desobediente, la película se nos presenta como la antesala de una conclusión de grandes proporciones que aguardaremos impacientemente.
Tráiler:
Martín Goniodznki
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