Crítica de «Con nombre de flor» de Carina Sama (2019)
La directora Carina Sama nos acerca con esta obra la humanidad a trasluz de un ser humano tan rico e interesante de conocer, como lo es sin lugar a dudas, la protagonista del documental: Malva. «Malva», como aquellas flores que destacan y atraen por sus múltiples factores benéficos para la salud, por su espectro de colores definidos, y que la protagonista también destaca en tono de humor como «Malva, mira vos, justo el nombre de una flor que sirve para tratar las hemorroides».
La condición que hace de este documental un testimonio extraordinario, es que su protagonista es una anciana militante trans, que ha sobrevivido y sobrellevado sobre sí los años en el lomo que tantas femineidades en una sociedad violenta y patriarcal han debido tolerar. Además, el propio documental se encarga de transformar algunas posibles limitaciones técnicas en una pieza artística, sincera y cercana a las voces que lo componen.
La película, emplea además, recursos y particularidades de su propio código que logran sostener nuestra atención en todo momento, así como también brindarnos holgada información sobre la configuración, accionar y pensamiento de un determinado contexto social. Develar dichos secretos, sería una pena, pero probablemente la sensación al mirar este documental sea algo parecido a sentarse a escuchar a una abuela interesante, con actitudes de rockstar, a la que no querés interrumpir y que te tiene mucho por contar.
Primero viviendo en Chile, luego en Argentina, Malva nos comparte los mil secretos para sobrevivir y llevar adelante su «doble vida» (según ella misma lo describe), y esto se ve favorecido por el empleo de un montaje audiovisual correcto, que no acude al sobresalto, sino a las líneas infinitas y espirales que regala la propia narración de su protagonista, como si de alguien que te invita a recorrer sus laberínticas líneas de sus huellas dactilares se tratara.
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Sergio Araujo