Crítica de «El Diablo a Todas Horas» de Antonio Campos (2020)

Willard Russell es un hombre que vuelve de la guerra a su hogar, pero antes hace una parada en un pequeño pueblo donde se enamora de Charlotte, una mesera del bar al que acude. Si bien su madre quiere emparejarlo con una joven de la Iglesia llamada Helen, él decide volver a buscar a Charlotte. Por su parte, Helen termina enamorándose del excéntrico predicador, Roy Laferty.  Al mismo tiempo, se conocen Sandy, otra de las mozas del lugar, y Carl, quienes comenzarán una relación particular que los llevará hacia un viaje criminal. Es así como veremos cómo van evolucionando estos vínculos, y todas las vicisitudes por las que transitarán a lo largo de las décadas del ‘50 y ‘60 en Estados Unidos.

Basada en la novela homónima de Donald Ray Pollock de 2011, «El Diablo a Todas Horas» es una película que se va cocinando a fuego lento a lo largo de sus casi dos horas y media de duración. Si bien a algunos les parecerá un ritmo un poco lento o pausado, es el adecuado para ir contando cada una de las historias a través del tiempo e ir creando la conexión entre ellas. Además, esto sirve para poder ahondar en cuestiones inherentes al ser humano, como la fe, la violencia, los obstáculos que tenemos que superar, la oscuridad que existe a nuestro alrededor, la corrupción, la perversión, entre otros temas, que afirman este dicho de pueblo chico, infierno grande.

Aunque algunos giros pueden resultar algo predecibles por como se viene desarrollando la trama y la voz en off del propio Pollock no siempre aporta algo novedoso, sino que lo asemeja a una narración de un cuento de hadas que no va tanto con este tono, la película consigue mantener atento al espectador por resultar inquietante y perturbadora. Ningún personaje está a salvo ni tiene una vida fácil, sino que están golpeados por su propia historia.

Dentro de los aspectos técnicos sobresale la fotografía de Lol Crawley, quien ayuda a crear este clima sombrío, amenazante y tenso, que nos da la pauta de que en cualquier momento algo puede pasar.

La trama se sostiene por un elenco coral maravilloso, en el cual se destacan todos sus protagonistas. Bill Skarsgard se pone en la piel de Willard Russell, un hombre alejado de la religión que vuelve a creer por causas extremas y cuya obsesión termina perjudicando a su familia. Tom Holland realiza uno de sus roles más serios, comprometidos y profundos, que le exigen al actor una calidad particular y que él logra estar a la altura. Hace del hijo ya crecido de Willard, que tuvo una infancia compleja y que se dedica a cuidar a su hermana postiza, que quedó huérfana. Ella está interpretada por Eliza Scanlen, quien realiza a una joven devota, y que por su religión será víctima de bullying. Por su parte, Robert Pattinson se convierte en un cura que llega al pueblo y que a los ojos de los fieles representa a una importante personalidad pero que será el detonante de varias desgracias. Por momentos, notamos alguna exageración por parte del actor y un acento medio extraño que no termina de cerrar, aunque se encuentra bien en el rol. Sebastian Stan es el sheriff del pueblo, que no está exento de la corrupción, y Riley Keough, quien hace de su hermana Sandy, esta joven camarera que se enamora de Carl y que juntos emprenderán un perverso y peligroso viaje.

En síntesis, tal vez «El Diablo a Todas Horas» no sea del agrado de todo el mundo por el ritmo pausado que presenta y el tono oscuro de su trama, pero la lentitud es parte necesaria del relato para llegar a explicar en profundidad la vida de cada personaje y cómo evoluciona a lo largo del tiempo. Los temas que toca son bastante interesantes y se sostiene por un elenco de renombre que hace una gran labor al componer a sus personajes golpeados por la vida. Muchos son victimarios, mientras otros solo víctimas de la oscuridad a su alrededor.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Samantha Schuster

 

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