Crítica de “El Hijo” de Sebastián Schindel (2019)
En 2015 se estrenó “El Patrón: Radiografía de un crimen”, una de las películas nacionales más destacadas de los últimos años, dirigida por Sebastián Schindel y protagonizada por Joaquín Furriel, quien interpretó uno de los mejores roles de su carrera al encarnar a un peón de campo que empieza a trabajar como carnicero para el inescrupuloso dueño de la cadena.
Cuatro años después, el director y el actor vuelven a trabajar juntos para llevar a la pantalla grande “El Hijo”, film basado en la nouvelle homónima de Guillermo Hernández, que se centra en Lorenzo, un pintor de 50 años, que luego de un primer matrimonio fallido del cual nacieron dos hijas a las que no ve, decide reconstruir su vida. Con su nueva esposa, Sigrid, están esperando un niño, pero durante el embarazo ella empezará a tener un comportamiento un tanto obsesivo que va a tensar la relación entre ambos. Con el nacimiento del mismo la situación se volverá todavía más compleja, creando un vínculo oscuro y peligroso.
“El Hijo” es un thriller intenso, que trabaja con dos hilos temporales paralelamente. Por un lado, lo vemos a Lorenzo desorbitado, al borde de la locura, porque cree que su mujer se comporta de una manera muy extraña con un hijo al que él no reconoce. Y, por el otro, tenemos la reconstrucción desde el inicio del embarazo hasta la actualidad para conocer cómo se llegó a esa extrema situación. En este sentido, el film trabaja muy bien la atmósfera opresiva que se vive en el hogar, donde el protagonista comienza a ser un extranjero en su propia casa, y el clima de tensión constante que se va acrecentando con el correr de la historia y con la revelación de indicios cada vez más complejos e impactantes, que quedarán a la merced del espectador, quien deberá participar activamente en juzgar o creerle al protagonista. El director no busca explicar por demás ningún hallazgo, sino dejar que la imaginación del público juegue un rol fundamental a la hora de terminar de interpretar la trama.
Además de generar el clima deseado que requiere el género thriller, la película se beneficia de su elenco. Principalmente de Joaquín Furriel, que vuelve a encarnar a un personaje complejo, que poco a poco va abrazando la locura. El actor tuvo que encontrar el punto justo entre la coherencia y el desborde emocional para interpretar a Lorenzo, quien no solo expresa los sentimientos a través de palabras, sino sobre todo de gestos y miradas. El protagonista está bien secundado por Martina Gusmán, quien posee un rol clave a la hora de desentramar el misterio de la trama, Luciano Cáceres, quien viene a significar una especie de comic relief en la historia y Heidi Toini y Regina Lamm, quienes representan la fuerza antagónica dentro del relato. Mientras que Toini (Sigrid) se muestra simpática por fuera, pero cínica en su interior, Lamm, quien se pone en la piel de una partera y niñera noruega, se vuelve una villana más visible y potente, sobre todo porque sus diálogos están completamente narrados en noruego sin subtítulos, por lo que el público no podrá entender qué es lo que está diciendo, sino que, nuevamente, quedará todo en su imaginación. Lo interesante de los personajes secundarios es que no solo son funcionales a la trama y existen en consonancia con el protagonista, sino que también poseen sus propios arcos que se van desarrollando dentro de la historia macro.
Por otro lado, además de crear una historia atractiva de misterio, el film busca reflexionar acerca de cuestiones actuales como el tema de la maternidad y la paternidad, las distintas posibilidades de llevar adelante un embarazo y un parto (la disputa entre tener a un hijo en la casa o en el hospital, los riesgos, los beneficios), las enfermedades que puede tener una mujer y que pueden afectar al bebé, los derechos de los padres sobre los niños (qué corresponde, qué no), entre otras cuestiones, que generarán un posterior debate según la posición de cada espectador.
En síntesis, Sebastián Schindel vuelve a entregarnos un thriller atractivo, intenso, que va generando una atmósfera cada vez más opresiva, a través de las distintas pistas que le ofrece al espectador que terminará decidiendo sobre el propio juicio del protagonista. Muy buenas interpretaciones de parte de todo el elenco y la posibilidad de no solo entretenerse durante film, sino también reflexionar sobre aspectos de la vida cotidiana que están en boga.
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Samantha Schuster