Crítica de «Ese crimen es mío» de François Ozon (2023)

El laureado cineasta francés François Ozon, tres veces nominado a la Palma de Oro en el Festival de Cannes, nos trae una propuesta con las fortalezas típicas del cine popular francés. Conocido más que nada por su Nueva Ola a fines de los años 50s, hace décadas ya que el cine moderno francés se ha acomodado como uno de los que más variado cine de buen nivel producen en todo el planeta. Incluso su cine más comercial nos ofrece casi siempre un toque de calidad que acompaña unas buenas risas, alguna que otra bien ganada lágrima y bastante pochoclo bien entendido.

En este caso seguimos las desventuras de una dupla de amigas, una actriz y la otra abogada, que comparten departamento y compartirán un crimen: tras varios meses sin trabajo encuentran sus plegarias irónicamente escuchadas cuando la primera es acusada del asesinato de un importante productor que intentó abusarla y su querida amiga tenga que defenderla en el juicio. Lo que cineastas de menor calibre exploran en trabajos más estáticos, Ozon plasma de forma dinámica y con el entretenimiento como prioridad, demostrando que la pesadez inherente de las temáticas no es obstáculo para que una exploración ligera encuentre desde el humor y la simpatía, una profundidad que trabajos más corrientes no logran alcanzar.

El asesinato en cuestión va a desencadenar una serie de ocurrencias que sabiéndose tan clichés como melodramáticas, proponen poco más de hora y media llena de risas, giros y el encanto en el que todos pensamos cuando recordamos alguna de nuestras películas francesas favoritas. Ozon declaró que intentó recrear no solo la Francia de 1930, sino también «esa Francia ficcional que existe en la mente de los extranjeros«, algo que logró con creces. Es un cineasta con una facilidad para alivianar lo pesado. Como en 2019 con «Por gracia de Dios» y en 2021 con «Todo salió bien», cuando adaptó primero testimonios reales y luego una novela para explorar las temáticas de abusos sexuales en la iglesia además de la eutanasia, en este caso «Mon Crime» trabaja de forma superficial pero punzante cuál es la posición de la mujer en una sociedad machista como existía en 1930 o como continúa existiendo 100 años después. En manos de Ozon, la audiencia se topa de lleno con estas temáticas recién cuando ya nos hemos perdido hace un buen rato en los personajes, el humor y una banda sonora clásica que le recuerda a uno porque siempre tendrá ganas de volver a una sala de cine.

La propuesta estética acompañada del ritmo del guion y las actuaciones le dan tanto vida como dinamismo a un tipo de relato hiper popular hace un siglo pero que hoy en día audiencias modernas podrían considerar algo lento. No pasan más que unos pocos minutos entre cada giro o desvío narrativo que obliga a nuestros protagonistas a pensar rápido o enfrentarse socarronamente con el obstáculo de turno. Para graficar un poco más el tipo de relato bonachón de la cinta, para cuando arranquen los créditos solamente va a haber un personaje al que se podría calificar de villano antagonista y no habrá tenido ni un segundo en pantalla que no sean flashbacks a antes de su merecido final fatal.

El resultado es una hora y cuarenta minutos totalmente encantadora, con una infinidad de risas y momentos para disfrutar en los que personajes entrañables lograrán sortear dificultades haciendo amigos o aliados por doquier. En un panorama actual seguramente sea difícil disfrutarla a sala llena como esta película pide, pero no tengan dudas que arrastrar a amigos o seres queridos a verla sea en la sala o eventualmente en casa va a facilitarles una velada disfrutable para todos.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Leandro Porcelli

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