Crítica de «La Leyenda de Ochi» de Isaiah Saxon (2025)
La de Ochi es una leyenda que intenta traer lo de antaño a una cierta modernidad, evocando no sólo películas de fantasía de los 80s sino incluso esas fábulas infantiles europeas que entendían cómo un poco de oscuridad adulta podía ser buena para las infancias. Se trata de la ópera prima de un director que creó algunos de los videoclips más celebrados de la escena alternativa en los 2000s, con el video de Wanderlust de Björk a la cabeza, que ahora intentará unir la tecnología actual con los recursos más encantadores del pasado para hundirnos en un mundo decididamente propio.
Una joven marcada por la partida de su madre (Emily Watson), hace años que viene acumulando resentimiento por parte de su padre (Willem Dafoe), quien culpa a una raza de criaturas en el bosque por todos los males de sus vidas. En medio de una de las incursiones de la «familia» junto a su ejército de niños cazadores en entrenamiento, nuestra protagonista acabará quedándose con una de las crías de aquellas criaturas llamadas Ochi y decidirá emprender la odisea de devolverla a su madre. Esta es una historia que compone todo un mundo propio con primates fantásticos en una isla ficticia pero que de todas maneras entiende que debe centrarse en el drama que tantas familias viven en nuestra propia realidad.
Los jóvenes del elenco, liderados por un Finn Wolfhard («It», «Stranger Things») con un rol bastante acotado, son entendiblemente opacados por el dúo de actores veteranos que forman la pareja rota que sirve como raíz del relato. Si bien ambos disfrutan de roles usualmente fuera de su alcance a pesar de su éxito, Dafoe termina demostrando un poco por qué su carrera brilla en base a papeles de pocos minutos en pantalla mientras que Watson se mueve como pez en el agua en un personaje que en otras manos podría haber sido bastante más genérico que el resultado actual. El misterio más grande es por qué el joven Wolfhard aceptó un rol tan minúsculo en esta producción, pero el film no tardará mucho en convencernos de que la verdadera estrella de la cinta es toda la impronta estética de efectos visuales.
Además del obvio uso de CGI, esta producción emplea todo el abanico de técnicas que hacían de las décadas previas a los 00s los tiempos más cautivantes en lo que a efectos se refiere. Marionetas, animatronics e incluso matte paintings son algunos de los recursos empleados para llevar a la vida no solo a los Ochi sino también al entorno de naturaleza casi mágica. El rodaje se realizó en Rumania y gracias a todo el trabajo conjunto de la producción al igual que el tono narrativo empleado por el director Isaiah Saxon, no solo se siente como una tierra lejana sino como un cuento traído a la vida.
Los principales problemas de todos modos son justamente que el tono y la dinámica moldeados por Saxon muestran en varios momentos unas flaquezas que usualmente no vienen de la mano con una maestría visual como esta. Es evidente que su visión y ambiciones terminan ganandole la pulseada a sus muchas falencias, pero eso no quita que estén ahí. No sacar algo excepcional de un actor de la talla de Dafoe a pesar de darle un rol decididamente principal, a diferencia de lo que suele suceder en el resto de su carrera, es sin dudas una falla en la dirección actoral de Saxon (de hecho únicamente Watson entrega una actuación más que correcta); Pero incluso secuencias que no se centran en las actuaciones terminan haciendo agua, en particular una de acción en un supermercado y algunas en donde la progresión narrativa solo logra tener lógica aparente a pesar de que en pantalla no se vean realizados los pasos necesarios para ganarse ese avance de la trama.
En conclusión, «La Leyenda de Ochi» es un relato fantástico que emplea la simpatía de un buen elenco y varias técnicas de efectos ya en desuso para entregar un encantador cuento sobre la relación de uno con su familia, pares y la naturaleza en general. Tiene además una de las criaturas más adorables de este lado de Baby Yoda, que recuerda particularmente a Gizmo de «Gremlins», algo que siempre ayuda. Esta es una aventura que a grandes rasgos ya hemos visto infinidad de veces, pero gracias a un grupo de realizadores dispuestos a emplear sus talentos en un encanto imposible de replicar únicamente con herramientas digitales, termina superando sus detalles varios para justificar una recomendación entusiasta para todos aquellos que extrañar el cine de antaño; ese cine sin miedo a tener que gustarle a absolutamente todo tipo de persona y que tomaba mucho más trabajo que simplemente pararse frente a una pantalla verde o azul preguntándose cómo terminaría viéndose todo eventualmente.
Puntaje:
Tráiler:
Leandro Porcelli