Crítica de “La soga” de Alfred Hitchcock (1948)
Solo se requiere un hecho, y que el autor del crimen siga siendo un enigma. La planificación es un elemento esencial para su gestación, aunque la mayoría de los casos sean descubiertos tarde o temprano. Hay varios factores en la preparación de un asesinato que podrían salvar a un criminal de la cárcel, pero no existe el crimen perfecto.
«La Soga» está basada en una obra homónima de Patrick Hamilton (1929) e inspirada en la idea de Nietzsche sobre el asesinato perfecto. La cinta causó cierto escándalo en su tiempo, pues aunque nunca lo mencionan, está claro que los protagonistas son homosexuales.
En un macabro juego intelectual, dos estudiantes universitarios, Bandon (John Dall) y Phillip (Farley Granger), convencidos de poder demostrar que el crimen perfecto existe si es realizado con inteligencia, asesinan a un compañero de clase de la facultad, David Kentley (Dick Hogan), con el fin de demostrar superioridad, estimulados por las teorías de su profesor favorito, Rupert Cadell (James Stewart).
“Siempre quise más talento, el crimen también puede ser un arte artístico… El poder de matar puede ser tan satisfactorio como el de crear”– explica Brandon, perfil que construye Dall, con una interpretación destacable, donde el modo de su manipulación utiliza sus creencias sobre la superioridad e inferioridad de los seres humanos. Posteriormente, las inseguridades y temores de ambos protagonistas realmente son convincentes.
Todo avanza con inusitada fluidez, un suspense desarrollado de forma certera, cada plano detalladamente cuidado, las escenas metódicamente coreografiadas, la iluminación con su buena fotografía, todo acompañado de una sonoridad única. Un conjunto que hace un gran disfrute de la cinta. Además, desde el aspecto técnico no podemos dejar pasar la forma en que fue rodada la película. Fue la primera obra de Hitchcock filmada a color, pero a su vez la primera de la historia filmada en un solo plano-secuencia, dentro de un mismo escenario. Este elemento significó un reto total, el cual obligó al director a fundir en negro la escena cada diez minutos por la necesidad de cambiar los rollos de la cámara.
El relato pretende narrarse en tiempo real, un tiempo real en verdad manipulado por Hitchcock, ya que hablamos de un asesinato, una fiesta posterior y el descubrimiento del crimen.
Un film con un formato teatral que no pierde en ningún momento la tensión, las pizcas de ironía, que con pinceladas de humor le dan más atractivo generando el interés del espectador. Tal vez para muchos es un cuento absurdo, pero que de la mano maestro del cine se vuelve una de las creaciones más originales. «La Soga» posee múltiples aristas que busca recrearse el espíritu nietzscheano de crítica.
En síntesis, una historia que acerca mucho a una reflexión en formato de psicología sobre la humanidad. El crimen como forma de arte, como elemento de éxtasis presentando una situación profundamente reveladora y cargada de contenido. Un simple juego de consecuencias éticas terribles, las ideas de seres superiores e inferiores está siempre presente rondando en la obra. «La Soga» está magistralmente planteada con fantástica ambientación, y un par de ingredientes básicos que la convierten en una verdadera joya. No pierdas tiempo y ¡búscala!.
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Tráiler:
Noelia Giacometto