«El Método Kominsky», las vicisitudes de la tercera edad
A fines del año pasado se estrenó una nueva serie de Chuck Lorre, reconocido por realizar dos de las grandes comedias de los últimos tiempos, «Two and a Half Men» y «The Big Bang Theory». «El Método Kominsky» cuenta la historia de Sandy, un actor entrado en años, que a pesar de haber conseguido el éxito en Hollywood ahora se encuentra dando clases de actuación en su propio estudio. Está acompañado de su hija, quien maneja el lugar, y su mejor amigo y representante Norman, quien debió lidiar con algunos problemas familiares.
El viernes pasado volvió «El Método Kominsky» a Netflix con su segunda temporada, redoblando la apuesta. Sandy debe lidiar con el nuevo novio de su hija, mientras que tiene que enfrentar una enfermedad. Norman, por su parte, se reencuentra con un amor del pasado, dejando atrás su duelo y teniendo que reconectar con su hija que sale de rehabilitación.
Nuevamente nos encontramos con temáticas similares a la primera temporada, donde se abordan problemáticas de la tercera edad, pero que profundizan más acerca de las enfermedades (algunas de ellas inherentes al paso del tiempo), el amor, el sobreponerse al duelo, las segundas oportunidades, la reconexión con la familia, entre otras cosas, siempre desde un costado cómico. Si bien por momentos podemos emocionarnos y conmovernos con lo que les sucede a los protagonistas, en la mayor parte de la serie funciona un humor negro y ácido que hará muy entretenida su visualización. El guion sabe aprovechar los diálogos entre los personajes, sobre todo entre los protagonistas que tienen dos personalidades bastante particulares: Sandy es el narcisista que siente que puede hacer todo solo, mientras que Norman es más apático y tosco. Ambos generan una gran química en pantalla, destacándose una vez más sus actores Michael Douglas y Alan Arkin, que logran ponerle su sello a sus papeles, construyendo una dupla espectacular.
Los personajes secundarios también sobresalen, como la hija de Sandy o su ex y actual amigovia. Pero sobre todo se destacan dos personajes que se incorporan esta temporada. Por un lado Martin, el nuevo novio de Mindy que tiene prácticamente la misma edad que su padre, un detalle que va a ser importante durante toda la entrega y que va a desembocar en momentos tan hilarantes como graciosos. Por el otro, está Madelyn, el interés amoroso de Norman, que logra sacarle el lado más tierno al protagonista. También hay un mayor protagonismo de Phoebe, la hija de Norman, para ahondar más en los vínculos familiares y en la redención.
Al igual que en la primera temporada, Chuck Lorre logra ofrecernos una serie divertida gracias a su guion y la actuación de sus protagonistas, pero también a una historia profunda que trata temas cotidianos y realistas, que pueden ser duros de afrontar pero en ningún momento sentimos un golpe bajo sino que el humor hace que todo sea mucho más llevadero.
Trailer:
Samantha Schuster