Entrevista con Marialy Rivas, directora de «Princesita»

El jueves se estrenó en Puentes de Cine «Princesita», la segunda película de la directora chilena Marialy Rivas, que nos trae una propuesta tan perturbadora como necesaria, que aborda temas como la manipulación, el abuso o el patriarcado mediante un estilo sutil y una estética bien marcada.

Mónica Ortiz tuvo la oportunidad de hablar con la directora para Cinéfilo Serial para ahondar más sobre el rodaje, la historia que inspira a la película y el casting.

– ¿Cómo surge la historia en la que se inspira tu película y que acaparó tu atención para llevarla al cine?

– La historia está inspirada en un una noticia real que salió en los diarios en el 2012. En esa época mucha gente pensó que venía el fin del mundo y leí esta noticia de una familia en el sur de Chile, compuesta de solo hombres, una secta familiar. Ellos creían que se acababa el mundo y que esta niña que vivía con ellos, sobrina de algunos y nieta de otros, era la encargada de traer al Mesías, que iba evitar que se acabara el mundo. La noticia incluía más detalles como que la casa estaba llena de imágenes de vírgenes, había un chivo negro amarado dentro, pero a mí lo que más me llamó la atención investigando el caso es cómo esos hombres veían a esta niña como un vehículo de sus deseos y directrices sobre la vida, sin dudas sin preguntarse qué quería esa niña para su vida y para sí misma.

Esto en un Chile que tiene ley de aborto en ningún escenario hasta el 2017, y que recién en 2017 empieza a correr la ley de aborto con algunas causales, en caso de violación, pero con una contra ley muy férrea de objeción de conciencia lo que hace que haya regiones enteras del país donde no hay ningún doctor dispuesto a hacer un aborto. Así que me llamó profundamente la atención y me pareció que un poco representaba lo femenino dentro del mundo de los patriarcales, donde las mujeres estamos siempre valoradas y validadas cuando somos vehículos de los deseos y sueños de los hombres.

– «Princesita» es un thriller psicológico, sin embargo lográs darle una atmósfera como de un cuento de hadas. ¿Cómo transformaste esta historia de horror en lo que vemos en pantalla?

– Lo de tratarlo como un cuento de hadas fue surgiendo de a poco porque curiosamente los cuentos de hadas parten de «…en un lugar muy lejano…» y Chile es un lugar muy muy lejano, el fin del mundo, y siempre empiezan las películas de Disney con esto, y cámaras a través de los bosques y coincidía mucho con esta niña. La diferencia es que ella no espera a un príncipe que la salve sino que se salva a sí misma.

– ¿Cómo fue el casting para dar con la protagonista y por qué la elección de la edad del personaje fue 11 años?

– El casting fue un proceso largo de muchos meses, de mirar niñas y adolescentes e incluso actrices de los primeros años de las escuelas de teatro, de entre 12 años a 18 años, porque siempre es más sencillo trabajar con personas mayores de edad, sobre todo porque esta película toca un tema delicado. Sin embargo, Sara Caballero, que es la protagonista que se quedó con el papel, hizo las mejores pruebas y llegó incluso a hacer audiciones cruzadas con distintas posibles «Tamaras» (el nombre del personaje) y la que mejor hizo combinaciones con los otros niños, y decidí que fueran niños, porque es un edad tan particular en la vida humana de las mujeres y de los hombres, que no quería tener una película tipo gris brillantina que se supone que están en la enseñanza media, se dice acá, que tienen 17 años y parecen de 35. Entonces me pasaba que cuando ponía una actriz de 18 me obligaba a que todos los otros personajes también tuvieran 18 o 19 y ya los rasgos físicos a esa edad en los adolescentes son  muy distintos.

– ¿Cuál era el límite, si lo hubo, para tratar este tema en el cine?

– Respecto del guion la verdad que fue un trabajo bastante especial y único que no creo que tenga manera de volver a repetirse por cómo se fue dando la película. El guion con el que llegamos a filmar lo escribí junto a Camila Gutierrez que también es la co- escritora de mi primera película («Joven y alocada») y Camila, al ser de una familia evangélica, logró de alguna manera hacer un Miguel (el personaje antagonista y líder de la secta) con un discurso místico de coherencia, ya que ella escuchó hablar a muchos pastores en su vida. Hubo mucha inspiración de ahí, y una Tamara bastante naif. Camila también escribía mucho sobre la infancia y entonces tenía fresca esa memoria.

Pero en el rodaje y el montaje encontramos una nueva película. Tuve un tema de salud dos semanas antes de empezar el rodaje y hubo que mover las fechas, nos quedó una semana afuera y los niños protagonistas tenían que volver al colegio. Entonces tuvimos que rodar las primeras semanas de la película, parar, aprovechamos para montar en el intertanto e hicimos el resto del rodaje varios meses después. Eso hizo que rehiciera algunas escenas, sobre todo lo que tiene que ver con lo que pasa más al final entre Miguel y Tamara. Para esto invité a Guillermo Calderón, un gran dramaturgo de teatro, guionista y que participó de «El Club» de Pablo Larraín, de hecho, lo llamé por esa misma razón, y él fue el que creó este Miguel, podríamos decir más terrenal, más asqueroso y perverso. Sinceramente, ni yo ni Camila podríamos haber ideado esos textos, que me provocan repulsión cada vez que los oigo como «vas a sentir un viento en la cara…una lluvia en la espalda», una cosa así, muy extraña, perversa y adecuada para el personaje.

Finalmente, en el proceso de montaje  entró una tercera dramaturga, Manuela Infante, y escribimos la voz en off de este personaje, que habita en un lugar más adulto. De cierta manera, con la dramaturgia de Camila vino el misticismo, y la infancia más naif, con la dramaturgia de Guillermo la oscuridad de Miguel, y con la voz en off de Manuela como una sobre conciencia desde un espacio más ambiguo, donde está habitando la voz interior de la protagonista.

– ¿Dónde fue el rodaje y qué se tuvo en cuenta al momento de trabajar con niños?

– Filmamos en el sur de Chile, cerca de Villa Rica, es un lugar donde hay volcanes y lagos, muy hermoso. Hicimos muchos ensayos previos, hubo mucha preparación, estructurarle un camino psicológico a la actriz y al resto de los actores niños para que tuvieran herramientas para diferenciar a los personajes de sí mismos. Para que entendieran quiénes eran esos personajes y cuán diferentes eran a ellos. Por ejemplo, Sara siempre comprendió que ella tenía una vida muy buena, se sentía orgullosa de estar dándole y poniendo su imagen para que niñas que no habían tenido esa suerte tuvieran una voz para poder contar esta historia. Durante el rodaje mismo tuvimos siempre un acting coaching  set para que siguiera a los niños. También buscamos una doble de cuerpos. Sara es una niña alta, así que encontramos a una mujer de 25 años con el cuerpo idéntico, de altura y de delgadez, entonces todas las escenas más complejas, como cruzar un río nadando o tener que escuchar al actor adulto decir cosas un poco fuertes o las escenas más oscuras, eso siempre lo hacía su doble.

– ¿Hubo algún límite al momento de filmar desde lo legal? ¿Cómo fue la creación de la estética del guion?

– La verdad que no hubo límites al momento de filmar el hecho real porque lo ficcionamos muchísimo. Se partió de un hecho real como inspiración, sin embargo la secta que se plantea, el Miguel que se escribe, la Tamara que se escribe son personajes de ficción, inspirados en personas que yo conocí en mi infancia, yo fui a un colegio Waldorf, del que agradezco mucho cómo me formó y no me pasó nada malo en ese colegio, de hecho años después cuando había terminado el colegio hubo unos alegatos al interior de la Sociedad Antroposófica de un abuso de un adulto a una niña del colegio. En ese momento mis padres sacaron al resto de mis hermanos y eso me quedó dando muchas vueltas. Entonces estéticamente la secta modela a mi infancia Waldorf. También entrevisté a mujeres que sufrieron abusos en la infancia que inspiraron maneras de filmar escenas y al personaje de Tamara.

– Tenemos justicia en la película, sin spoilers… ¿Qué podemos adelantar desde tu visión?

– Sin spoilear la película, yo creo que finalmente lo que fui descubriendo es que la identidad femenina se construye siempre a través de un abuso del mundo patriarcal. Por lo mismo creo que la única manera de liberarse de esto realmente es destruirlo todo para comenzar un mundo nuevo y libre.

 

Mónica Ortiz

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