Miralo en Qubit TV: «Darkman» de Sam Raimi (1990)
Sam Raimi venía de cosechar un rotundo éxito con las dos primeras entregas de su saga insignia «The Evil Dead», un producto de horror indie que mostraría toda la inventiva y la perica del director como narrador. Sus próximos pasos serían determinantes para su carrera en el cine mainstream norteamericano, siendo «Darkman» la película que sucedió casi inmediatamente a «Evil Dead II» (1987). La cinta protagonizada por Liam Neeson fue su primera incursión en el mundo de los superhéroes y un paso que sentaría las bases para lo que luego fue su trilogía de Spider-Man.
Tras la imposibilidad de conseguir los derechos de «Batman» o «The Shadow», el realizador decidió no depender de nadie y crear su propio personaje heroico. En realidad, Darkman terminó siendo más un antihéroe que una figura épica de valores nobles. Una especie de científico loco en busca de venganza con el cual uno termina empatizando por las brutalidades que tiene que afrontar.
En este largometraje se comienzan a esbozar algunas pequeñas cuestiones que luego se verían más adelante en la película del hombre arácnido, y que tiene que ver con la creación, el ascenso y la búsqueda de motivaciones del protagonista. Es difícil pensar en un MCU de Marvel sin la influencia que ejerció Raimi en el género. Digamos que difícilmente se hubiese creado todo un universo de personajes con poderes sin aquella primera aproximación del director con el mundo comiquero. La actualización que consigue Raimi del conocido «camino del héroe» es lo que llevó luego a Marvel a copiar dicha fórmula y repetirla hasta el hartazgo para crear su universo cinematográfico. Algunas de aquellas cosas se pueden ver en este pequeño delirio noventoso que nos ofrece el director de «Drag Me To Hell».
Cabe destacar que en esta producción el director contó con una mayor «libertad» a pesar de tener a Universal detrás de él, ya que no se basa en ningún personaje de la cultura popular. La película nos cuenta la historia del Dr. Peyton Westlake (Liam Neeson), un científico que se encuentra al borde de completar sus estudios sobre la síntesis de las células de la piel. Su objetivo es la creación de una piel sintética que pueda ser empleada en las víctimas de quemaduras severas. Al mismo tiempo su novia, Julie Hastings (Frances McDormand), descubre un documento que incrimina a su jefe, Louis Strack Jr (Colin Friels), un constructor inmobiliario, el cual sobornó a varios miembros de la junta de planeamiento urbano para poder armar un gran proyecto de construcción. En medio de una confusión que involucra este importante documento y un grupo de mafiosos liderados por el despiadado Robert Duran (Larry Drake), Peyton es víctima de un atentado. Aunque todo el mundo lo da por muerto, consigue sobrevivir y rehacer su rostro horriblemente desfigurado, gracias a su descubrimiento. La nueva técnica, cuyos efectos sólo duran cien minutos, le permite adquirir las facciones de quien desee y vengarse así de los que destrozaron su vida.
El film resulta ser una obra muy personal, que se puede apreciar mediante un montaje por momentos disruptivo y frenético, y otros recursos que tuvieron sus trabajos previos y que los transpoló a esta obra en cuestión. Algo bastante destacable si consideramos que el autor tuvo que lidiar con una estructura de estudios con la que no estaba tan acostumbrado por ese entonces.
Dejando de lado ciertos efectos que no envejecieron del todo bien (algunos chromas bastante vetustos y ciertos efectos visuales un poco toscos), la película demuestra ser bastante ingeniosa en términos de secuencias de acción y/o espectacularidad.
Por el lado de las actuaciones, resulta realmente interesante ver los primeros pasos de actores de la talla de Neeson y McDormand, hoy por hoy dos intérpretes destacados que no volvieron a coquetear con las cintas de superhéroes. Neeson tomó un rol que lo sacó por completo de su zona de confort, teniendo que demostrar una gran habilidad para transmitir emociones y/o reacciones a pesar de tener la mayor parte de su rostro cubierto. A nivel narrativo, la película puede no ser nada del otro mundo, pero resulta realmente atractivo ese espíritu gótico que le quiso imprimir Raimi al homenajear a las películas de terror clásicas como «El Fantasma de la Ópera» y «Frankenstein» y yuxtaponerlo con aquellos personajes en plan de vigilantes urbanos como Batman o Daredevil.
«Darkman» es una interesante propuesta para descubrir o redescubrir con nuevos ojos, en esta etapa convulsionada y ultra congestionada de películas de superhéroes. Un largometraje que comenzó a sentar las bases de los antihéroes modernos.
Puntaje:
Tráiler:
Martín Goniondzki