“13 Reasons Why”: Ya no quedan más razones

Basada en la novela homónima de Jay Asher (2007), “13 Reasons Why” se estrenó el año pasado en Netflix de una manera bastante silenciosa, pero rápidamente se convirtió en una serie tan popular como polémica. Su segunda temporada llegó el viernes pasado, asegurando lo que se esperaba: una continuación innecesaria que perdió originalidad y se vio perjudicada por querer ahondar nuevamente en las mismas cuestiones.

“13 Reasons Why” comenzó con el suicidio de Hannah Baker, quien dejó atrás una serie de cassettes para contar los motivos de por qué tomó esa extrema decisión. Cada uno de ellos se centraba en uno de sus compañeros y, con la voz en off de la víctima, fuimos conociendo más profundamente a los distintos personajes.

Debido a las fuertes temáticas que trató, la serie no pasó desapercibida, dividiendo las aguas entre sus espectadores. Si bien muchos aseguraban que embelesaban al suicidio, otros tantos consideramos que era necesario visibilizar estas cuestiones como el acoso escolar, la violencia de género, el machismo (sobre todo ver cómo hay ciertas prácticas que están naturalizadas o cómo la sociedad juzga a la mujer por no comportarse como “debería”). Estas historias permitieron realizar una reflexión y que tanto chicos como grandes pudieran compartir conversaciones sobre estas problemáticas, principalmente si se vieron identificados. De todas maneras, esta segunda entrega, por las dudas y para resguardarse, comenzó con los actores diciendo que si alguno está pasando por una situación similar, tal vez no sea conveniente ver la serie, sino hablarlo con adultos, amigos, profesionales.

Pero además de profundizar sobre estos asuntos, “13 Reasons Why” tenía un muy buen ritmo, generando misterio y tensión a medida que avanzaba la historia. También realizaba un constante vaivén entre el presente y pasado que fluía de una manera natural (y que en su secuela volvieron a repetir de una forma efectiva).

La primera temporada terminó su historia de una manera bastante cerrada, que tal vez proponía algunos interrogantes o personajes que quedaron sin un final concreto, pero que tampoco hacía falta profundizar en ello. A veces está bien dejar que la imaginación del espectador fluya. Es por eso que una segunda entrega era algo innecesario, a menos que se hubieran centrado en otras problemáticas (tiroteos en escuelas, embarazo adolescente) como eje principal, en otra escuela o hacer foco en otro personaje interesante, como por ejemplo en Tyler Down, otro de los chicos que más bullying sufre en la escuela, que si bien le dieron relevancia a su subtrama, podrían haberla exprimido aún más. Pero no, esta secuela se trató sobre el juicio entre los padres de Hannah y la escuela, ya que sostenían que no hicieron lo suficiente para ayudar a su hija a evitar el desenlace fatal.

Es así como esta segunda temporada no aporta nada nuevo a la historia de base, sino que buscan profundizar sobre las mismas cuestiones y las mismas tramas, e incluso por momentos se incluyen ciertos relatos que generan confusión o que se contradicen con lo visto en la entrega original, haciéndonos sentir como que no conocemos a los personajes o que agregaron relaciones sin ningún sentido, solo para estirar la serie.

A diferencia de la primera entrega, en la cual Hannah era la voz en off que narraba los acontecimientos, en este caso va cambiando según el personaje al que le toque declarar en el juicio. De esta manera, nos interiorizamos aún más en las cuestiones tratadas anteriormente, con estos agregados conflictivos.

Además de los chicos, se les da una mayor importancia y más tiempo en pantalla a los adultos, tanto a los padres que se los muestra como un rol de seguridad y de apoyo para sus hijos, como los profesores que buscan ayudar, apañar o indagar en la vida de los protagonistas. Este punto no había sido tan elaborado con anterioridad.

Por todas estas cuestiones, el ritmo que presenta la serie también es mucho más lento, y hasta aburrido por momentos, porque todo lo que vemos es bastante reiterativo. Recién en los últimos capítulos va tomando mayor vuelo, hasta una escena muy gráfica y violenta del final (que vuelve a repetir la fórmula de su antecesora).

No sabemos qué sucederá concretamente con “13 Reasons Why”, porque podemos observar que el episodio final da lugar a una posible tercera temporada, que si se guían por la cantidad de fanáticos y bajo el deseo de lucrar, probablemente se haga efectiva. Pero si nos centramos en la historia, sinceramente ni una segunda entrega tenía razón de ser, a menos que se convirtiera en una serie antológica con distintas historias sobre adolescentes en su haber, abordando problemáticas que es positivo que se visualicen. Lamentablemente otro producto que se ve afectado por la rentabilidad económica más que por buscar hacer algo de calidad.

Tráiler:

 

Samantha Schuster

 

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