Cine tunecino, detalles y curiosidades

Con un lenguaje propio de Túnez, la industria cinematográfica ha logrado abrirse al mundo. Por este motivo, nos parece oportuno analizar su desarrollo del séptimo arte.

Cuando se habla sobre el mundo árabe, en este sentido amplio, se corre el riesgo de realizar generalizaciones que no reflejan la realidad. Durante la época colonial, varias películas europeas y norteamericanas se rodaron en este país y a través del tiempo pudieron encontrar su lugar en esta industria.

Túnez inicio la exploración individual en 1919, cuando produjo su primera película «Los cinco caballeros malditos» de Luitzmorat, Pierre Reguier y André Luguet. Fue el país pionero en realizar una cinta en el Magreb, con «La hija de Cartago» (1924), por Albert Samama Chickly. Le siguieron producciones como «Tergui», coproducida con Francia y realizada por Abdelaziz Hassine (1935) y «El loco de Kairauán», de J.A. Creuzi (1937).

El país carecía de grandes infraestructuras, solo había un pequeño estudio fundado en 1945, pero tampoco contaban con una política cinematográfica específica, por lo que a modo de prueba y error fue tomando referencia de países vecinos, logrando su primera evolución a mediados de los 50′. Es en 1957 cuando el gobierno fundó la Société Anonyme Tunisienne de Production et d’Expansion Cinématograpique, la cual años más tarde adoptó una medida de protección para el cine nacional. Gracias a esto, se produjeron varios documentales y la novela «Goha el simple», de Ades y Josinovici, la cual se llevó a la pantalla grande. Pero en 1966 es cuando se realizó el primer largometraje tunecino con trascendencia, «El alba», de Omar Khlifi, a quien se considera el pionero de este cine y traza una línea importante en el mismo.

A finales de los 70’ es cuando comienza a ascender el cine tunecino. El período entre 1986 y 1996 se considera la edad dorada del cine tunecino. Marcado por la entrada en escena de cineastas como Nouri Bouzid, destacado por romper con los tabúes. Los cineastas de esta década recurrían a temáticas en torno al pasado y que hablaban acerca de sus arcaísmos, sobre su herencia y la persistencia de sus valores inmutables, retratados como un espacio cerrado mientras se reclamaba una sociedad moderna, laica y secularizada. Pero la mayor singularidad de este cine de autor tunecino es que consiguió salir del círculo cerrado de festivales, de prestigio internacional, para hacerse con el público y el apoyo de la crítica, además de la emancipación de la mujer en el país y por una censura más flexible que en los demás países árabes.

Ya en la actualidad se ocupa de la modernidad, centrándose en temas promovidos por el gobierno, como la liberación de la mujer. Por otra parte, la limitada libertad política y las estrategias de coproducción europeas, basadas en políticas de diferencia cultural  lamentablemente han estancado algunos proyectos.

Noelia Giacometto

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