Crítica de «Civil War» de Alex Garland (2024)

La premisa de una segunda guerra civil norteamericana es especialmente interesante en el contexto de esta era mundial post Trump en el que las derechas del planeta se han levantado en base a la fragmentación interna de sus propios países. A uno ciertamente se le podrá escapar una risa ante el concepto de precisamente California y Texas como aliados ante el gobierno federal estadounidense, pero sirve de todas maneras como una estructura sobre la cual sostener varias situaciones y temáticas tan evocativas como acostumbran los trabajos de Alex Garland. Ambas son las capitales culturales de ambos partidos en el bipartidismo yankee, y esta analogía audiovisual sirve para que el guionista nominado al Oscar (quizás en su último trabajo como director si mantiene lo que viene diciendo en entrevistas) explore de forma algo tosca y compleja una simple cuestión: cuál es el resultado final de un país que se canibaliza a sí mismo con su debate político-cultural.

La trama se centra en un grupo de periodistas que se disponen a hacer el riesgoso viaje de Nueva York hasta D.C. antes de que las «Fuerzas Occidentales» logren asesinar al presidente y así derrocar su gobierno federal. El trío protagónico está compuesto por Kirsten Dunst en uno de los pocos roles a su altura en las últimas décadas, co-protagonizando como una experimentada fotógrafa de guerra, junto al brasileño Wagner Moura («Narcos», «Tropa de Elite») en el papel de un ambicioso periodista adicto a la adrenalina del frente de batalla y Cailee Spaeny («Priscilla», «Mare of Easttown») como una admiradora del personaje de Dunst que insiste en acompañarlos para hacer sus primeras armas como corresponsal en el campo de batalla.

Si bien la fortaleza de las películas de Garland siempre ha sido lo narrativo, sus producciones suelen presentar muchas más fortalezas desde el guion que brillo desde las facetas más visuales como lo es la dirección. El trabajo de sus directores de fotografía, equipo de arte y producción, además de las imaginativas premisas ciertamente colaboran en que disten de ser películas realmente flojas en cuanto a lo visual pero es una realidad que se trata a grandes rasgos de un guionista que dirige sus propias películas. Ha evolucionado lo suficiente como para ir agregando algunas cualidades de narrativa un tanto más distantes de la simple ejecución del guion, aunque particularmente en los ejemplos varios de este su último trabajo destaca no lo que agregan al filme sino más bien cómo ponen una pausa al ya experto desarrollo de la narrativa audiovisual conjunta que ha desarrollado en pos de ofrecer momentos de cliché cinematográfico casi incongruentes con la propuesta de su cine.

El de Garland siempre fue un cine de ideas mucho más atractivo para el público más apegado al costado intelectual de la ficción que a experiencias más corrientes de expresión básicas o universales. Eso no significa que el resultado haya sido excepcionales películas, pero sí que es un contenido para un público reducido y apasionado que encuentra en los destellos de peli genérica que tiene cada tanto «Civil War» un obstáculo gigantesco para acompañar los ya difíciles puntos que sortear como para ponerse totalmente a bordo de una inmersión satisfactoria. A las cuestiones de verosimilitud política hay que sumarle los clichés que atentan con la verosimilitud narrativa de una ficción seria adulta condimentada con melodrama que haría sonrojar a una tira diaria del Trece. Dependiendo incluso de la subjetividad de cada espectador, habría que agregarle o no que Garland además suma una expresión bastante más firme que de costumbre en cuanto a la banda sonora, ofreciendo varios temas de distintos subgéneros de rock que acercan a la cinta un poco a esas clásicas producciones sobre Vietnam.

«Civil War» es una película complicada de disfrutar debido a que ofrece simplicidad mal ejecutada y complejidad mal buscada, desde la parte política hasta la más simple expectativa de estructuras narrativas. El resultado es un interesante relato con algunas interpretaciones atractivas que por cada paso que da hacia adelante, da dos para atrás debido a que algunas decisiones atentan contra el espectador que se siente a verla como algo más que divertimento pasajero para no pensar demasiado.

Puntaje:


 

 
Tráiler:

 
Leandro Porcelli

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