CINE

Crítica de «El Jockey» de Luis Ortega (2024)

La nueva película de Luis Ortega se hizo esperar. Con la pandemia en el medio parece que «El Ángel» (2018) salió hace toda una vida, aunque el tiempo entre películas es menor, por ejemplo, que lo que tuvieron que esperar los acólitos que en su momento «Monobloc» (2005) logró sumar a su cine. Se mantiene como la más recordada de su filmografía, y en ese momento, la sed de casi una década se quebró con el estreno de «Lulu» (2014), que es por varias razones el trabajo que más encuentra haciendo eco ahora en su último largometraje.

«El Jockey» es una comedia negra que moja los pies en el thriller, centrado en el homónimo jinete (Nahuel Péraz Biscayart) que se encuentra atrapado en una mezcla de depresión, drogas y derrotas. Es forzado a continuar con su carrera por el grupo de matones de su jefe, que todavía tiene esperanzas en que recupere el nivel que lo convirtió en campeón. Su única compañía es una de sus rivales, su novia (Úrsula Corberó, de «La Casa de Papel») a la que se le termina el tiempo para decidir entre continuar con su embarazo o su carrera. El disparador de la trama es un caballo campeón que viene de Japón y una última oportunidad en la carrera decisiva del año, aunque con el correr de los minutos veremos cómo para la película al igual que para su protagonista nada importa menos que eso.

Al igual que sucedió con su protagonista en «Lulu», la energía del personaje de Biscayart es la guía que controla todo el proyecto. Caótico y risueño en su autodestrucción, es una interpretación en la que se invita a la audiencia a perderse desde el primer frame que aparece en pantalla. El resto de los personajes tiene su propio ritmo, y gran parte de la película es ese entorno intentando imponerse por sobre la voluntad de un hombre que con el correr de la cinta pasará de querer dejar de ser a lograr el cambio que le permita quererse.

Protagonista aparte, es una pena que Ortega con tantos proyectos encima siga recurriendo a desempolvar clásicos de siempre del rock nacional para suplir lo que debería ser personalidad propia en sus películas. La banda sonora es un gran rato, y ciertamente mejora el filme, pero hay todo un trabajo audiovisual que carece de una voz con la intención de modular algo personal. A partir de la segunda mitad la película termina de teñirse con lo que es un mensaje positivo y con todo un desarrollo valorable desde el guion, pasando por la realización y finalmente lo más importante una excepcional interpretación en las manos justas. Pero aún así, termina siendo una construcción consciente adornada con el artificio suficiente como para pasar por expresión.

Dicho eso, «El Jockey» es una comedia que ofrece más de lo que uno puede esperar y entrega un buen rato más que particular. Para aquellos menos acostumbrados al tipo de cine de festivales internacionales, seguramente disfruten en especial de varias propuestas estéticas que no solemos ver casi nunca en nuestro cine local. Aunque es una verdadera lástima que brille por su ausencia una evolución de Ortega como autor tras la absoluta falta de madurez o incluso valor en lo que fue «El Ángel».

Puntaje: 


 
 
 
Tráiler:

Leandro Porcelli

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