Crítica de «Ema» de Pablo Larraín (2019)

Con la cuarentena en plena vigencia, varias productoras, realizadores, plataformas y directores están liberando contenido para aplacar un poco el encierro y para mostrar sus trabajos más recientes. De la mano de Mubi, nos llega el preestreno de «Ema», el más reciente trabajo de Pablo Larraín. Aquí les dejamos qué nos pareció el último trabajo del director de «El Club» (2015).

Pablo Larraín («Neruda», «Jackie») es uno de los directores más prolíficos y destacados de la cinematografía chilena moderna. Cada relato muestra una nueva faceta del realizador, otorgando otro grado de sensibilidad y pericia narrativa.

«Ema» no es la excepción y se separa un poco de sus trabajos más recientes, ya que decide a contar una historia bastante compleja repleta de sorpresas y comentarios sobre la sociedad latinoamericana moderna y sobre el rol de la familia. El personaje del título (interpretado por una genial Mariana Di Girolamo) es una joven bailarina que decide separarse de su pareja, Gastón (Gael García Bernal), luego de un incidente familiar que, en parte, ocasionó que tengan que entregar a Polo en adopción, el chico que ambos habían adoptado y que no pudieron criar. Así es como esta atribulada mujer comenzará a vagar por las calles de Valparaíso buscando nuevos escenarios afectivos (nuevos amores y parejas) y una forma de expiar o purgar la frustración y la culpa. Igualmente, se irá descubriendo poco a poco cuáles son sus verdaderos planes a futuro.

Este peculiar y atractivo film de Larraín nos envuelve en un tour de force por el que atraviesa Di Girolamo con su personaje de una joven artista que busca encontrar respuestas a ciertos problemas que fue atravesando. Lo interesante radica en la estructura un tanto anárquica y poco clara en cuanto lo que quiere contar, algo así como un espejo de la afligida mente de la protagonista que busca la catarsis mediante el fuego y la danza que realiza con sus amigas a modo liberador (en general mediante ritmos latinos como el reggaetón).

Las coreografías, la iluminación totalmente expresiva que busca plasmar ese estado de confusión interna por la que atraviesa la protagonista y la puesta de cámara del relato embellecen a una historia confusa por momentos para dar el golpe de efecto sobre el final.

«Ema» funciona a modo de reflexión sobre las parejas, el amor, la crianza, el sistema de adopción bastante polémico en las sociedades modernas y las formas de lidiar con la frustración. Un film potente que no dejará indiferente a ningún espectador (ya sea para bien o para mal), tal como podría pasar con el cine de Gaspar Noé (su último trabajo «Climax» tiene el mundo de la danza como punto de contacto) o de Nicolas Winding Refn, donde las historias se destacan por su trabajo estético y sus narrativas se cocinan a fuego lento para sorprender al espectador en el momento menos pensado. Desafiante y a su vez interesante.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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