Crítica de «La sociedad de los poetas muertos» de Peter Weir (1989)
El colegio secundario es una etapa que todos recordamos. Desde con quienes compartíamos el salón, los juegos en los recreos y nuestros profesores o profesoras. Además, todo el mundo deseó (o desea) una figura que ocupara ese rol al estilo de John Keating (Robin Williams). Quizás, entonces, «La sociedad de los poetas muertos», película escrita por Tom Schulman y dirigida por Peter Weir («The Truman Show»), genere que desempolvemos ciertas memorias de aquella etapa juvenil.
John Keating, profesor de Literatura, es contratado como nuevo profesor en un colegio de pupilos y donde asisten solamente hombres. Con métodos particulares de enseñanza, desestabiliza los esquemas de una institución cuyo nivel de conservadurismo es visible desde el primer momento. En su curso, va a entablar relaciones especiales con varios alumnos, dentro de los cuales se destacan Todd Anderson (Ethan Hawke) y Neil Perry (Robert Sean Leonard).
Si bien la película es predecible en su mayoría, su argumento es estupendo. La ambientación con música clásica es la adecuada para un clima intelectual donde Robin Williams se desenvuelve sin problema alguno. Dentro de la trama existen momentos de romanticismo (léase como el movimiento artístico) que le dan sentido a los sucesos. No es la cadena de hechos que se da, en esta película, su mayor pilar; son los personajes quienes generan que el film sea memorable.
La dirección se ajusta a las necesidades de un largometraje simple en sus líneas, pero profundo cuando se le presta atención. Vale la pena destacar ciertas tomas en momentos de clímax, pero es preferible guardarse las palabras para darle lugar a su futura visualización. Única pista para su reconocimiento: la iluminación es vital.
«La sociedad de los poetas muertos», con los conceptos de vida que promulga, se transformó en una película que todo el mundo debe mirar. En ciertas generaciones, sus diálogos formaron marcas indelebles de sus mentes. Ahora, sumado a que la película regresó a Netflix, es el turno de que se graben dentro tuyo.
Puntaje:
Tráiler:
Franco Valente