Crítica de «On the Rocks» de Sofia Coppola (2020)
La directora de «Lost in Translation» y «Marie Antoinette» nos trae su más reciente largometraje en el que vuelve a unir fuerzas con Bill Murray para una comedia dramática bastante sencilla pero eficaz y cumplidora.
Es probable que luego de «The Virgin Suicides» y «Lost in Translation», Sofia Coppola no haya podido volver al nivel superlativo que mostraba en sus comienzos. No obstante, sus películas siempre presentan componentes atractivos que pasan por las temáticas empleadas y sobre las que busca reflexionar. En esta oportunidad, «On the Rocks» intenta indagar sobre las relaciones «padre-hija» y en cómo sus puntos de vista pueden llegar a ser contrapuestos y antagónicos. El film se centra en Laura, una madre joven (Rashida Jones), que está casada con un emprendedor (Marlon Wayans) adicto al trabajo y que parece no prestarle demasiada atención ni a ella ni a sus dos hijas. Una noche luego de una larga jornada, él parece confundirla con alguien más y perder el interés sexual que se estaba despertando mientras la besaba. Laura empieza a sospechar que su esposo la engaña con otra mujer y decide comentarle la situación a su padre (Bill Murray), un mujeriego empedernido, machista, con una larga fama de seductor y vendedor de piezas de arte a gente de la alta sociedad, con el cual parece no tener una buena relación. Así es como poco a poco, ellos comienzan a reconectar mientras viven una serie de aventuras por la ciudad de Nueva York, vigilando los pasos de su marido.
Esta comedia dramática con toque de comedia de enredos nos invita a presenciar este universo reducido y contenido donde las apariencias engañan, donde ciertas situaciones del presente dialogan con el pasado (el engaño de su marido, reflejado en el de sus padres), y en cómo las situaciones van cambiando de acuerdo con los tiempos modernos haciendo que la relación se torne un poco de amor-odio. Esta película, que tiene un estilo a la filmografía de Woody Allen, pero con una mirada más feminista y deconstruida, también podría presentar un paralelismo entre la relación de Sofia y Francis Ford. Con esto no estamos diciendo que Francis sea como el personaje interpretado magníficamente por Bill Murray, pero sí hay cuestiones comparativas para tener en cuenta como que Rashida Jones, la actriz protagonista, es la hija de Quincy Jones y también tiene en común eso de compartir parentesco con una figura de renombre, tal como le pasa a la directora.
El relato es pequeño y sin pretensiones, pero cuenta con una gran química del dúo protagónico, así como un novedoso y fresco punto de vista femenino respecto a estas cuestiones que vimos tantas veces desde la perspectiva masculina. Sin ser «la película del año» se presenta como una comedia entretenida que funciona gracias a un guion correcto, interpretaciones inspiradas y una dirección más que funcional de Sofia Coppola. Probablemente, no sea de las más memorables de su carrera, pero se las ingenia para darnos una atractiva reflexión sobre el matrimonio y las relaciones familiares.
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Martín Goniondzki