CINE

Mel Gibson, un director nada sutil y muy impetuoso

De origen australiano, actor, director, productor y guionista, Mel Gibson comenzó en la industria del cine entre los 70’ y 80’. Abanderado de la mejor generación del cine australiano, ha tenido que pasar una década para que vuelva a escena y sea protagonista por su labor y no por escándalos. 

Gibson tomó popularidad en la película «Mad Max» (1979), y se destacó como actor en las recordadas cintas “ Tim” (1979) y “Gallipolli’ (1981). Consecutivamente logró notoriedad en Hollywood con el film “Motín a bordo” (1987), llegando su fama mundial en la saga de cuatro películas “Arma Mortal” y convirtiéndose en uno de los actores más cotizados del género acción.

Durante 1993 da los primeros pasos como director, faceta a destacar por el carácter del mismo y su singular visión en cada proyecto. Se diferencia por la forma de ilustrar escenas relacionadas a la violencia, dolor, aflicción y angustia, llevando al espectador a sentir empatía con la historia presentada y logrando la claridad en la interpretación de los actores, los matices, el movimiento de las cámaras, el tiempo exacto y preciso de una escena; una evocación sensorial que lleva a un contacto pleno, al corazón de la película.

“El Hombre Sin Rostro” (1993) aborda como tema central el prejuicio, “Corazón Valiente», un clásico de Hollywood que le otorgó cinco Premios de la Academia, incluyendo el Óscar a Mejor película, presenta la lucha y la libertad. Ambos films son protagonizados y dirigidos por el actor. Más adelante nos encontramos  con «La pasión De Cristo» (2004), la cual recrea las últimas doce horas de la vida de Jesucristo. Dirigida por Mel Gibson, esta habla sobre la fe, la esperanza, el amor y el perdón, generando controversias al mismo tiempo que fue aclamada por gran parte de la crítica. «Apocalypto» (2006) fue el cuarto film de Gibson que no tuvo muy buena aceptación, desde el punto de vista en que fue plasmada la época del imperio maya. Pero resalta por la crudeza de los cuadros y las secuencias.

A lo largo de su carrera, Gibson fue cuestionado asiduamente por los medios de comunicación, repudiado por sus excesos, marginado por la industria cinematográfica a causa de comentarios antisemitas y declaraciones de carácter racistas, además de estar envuelto en polémicas con la homofobia. Ahora vuelve a escena como figura central por su trabajo y no como personalidad mediática.

Gibson es una celebridad que se ha asentado y consolidado en el rol de director, logrando las más cautivante escenas, con un don excepcional a la hora de desarrollar historias basadas en hechos reales, siendo nada sutil y muy perspicaz.

10 años pasaron desde su última dirección con «Apocalypto» y hoy es protagonista y sobresaliente director con su quinta entrega “Hasta El Último Hombre», film que le valió la nominación a los Oscar 2017 como Mejor Director, además de encontrarse en las categorías a Mejor Película, Mejor Actor, Mejor Sonido, Mejor Montaje, Mejor Edición de Sonido.

“Estoy haciendo lo que siempre he hecho: cuento historias –que en mi opinión son importantes- en el idioma que mejor hablo: el del cine. Pienso que la mayoría de las historias son historias de héroes. Las personas quieren contagiarse con algo superior, y al tocarlo con la imaginación prácticamente participan de ello, y así elevan su espíritu», expresó Gibson.

Y agregó: “Yo hago el tipo de cine que nadie quiere hacer. ‘Braveheart’, ‘Apocalypto’, ‘La pasión de Cristo’,… Nadie más que yo haría esas cosas. Estoy acostumbrado a cargarme mis películas a las espaldas.”

“Cuando no se hace ciencia-ficción, la responsabilidad de un director es la de ser lo más fiel posible a los hechos. Las personas de mente abierta lo apreciarán”.

Una década de sacrificio y voluntad alejado de las adicciones, dándole gran claridad en su carrera, un osado eligiendo proyectos con gran contenido a estampar en la cinematografía, donde también reflejan su luz y sombras, llevando al espectador no solo a entrar a una sala y ver una película, si no a observar, mirar y reflexionar.

“Como director, siempre busco lo mismo. Son tres cosas. Ser capaz de entretener al público, de emocionarle. Es obligado. Por muy oscuro y serio que sea el asunto, un filme debe entretener. Para eso va la gente al cine. Luego, y no menos importante, que tenga un cierto valor educativo. Que cuente algo interesante. Con esas dos condiciones para mi es suficiente para que me ponga a dirigir.”

“Hasta el último hombre la tiene. Cuenta la historia de Desmon Doss (interpretado por Andrew Garfield, que asiste al encuentro prácticamente en silencio), un hombre contrario a la violencia, que se alista para servir en el servicio sanitario. Sufre desprecio y escarnio por parte de los otros soldados porque se niega a empuñar las armas. Pero, en medio de la batalla, hizo cosas de un valor tremendo. Acabaron por admirarlo. La historia de Doss es un ejemplo. Te eleva espiritualmente. Esa es la tercera condición del filme. Un valor espiritual intangible. Por eso la he dirigido. Doss es un héroe en el sentido más noble de la palabra. Vale la pena ver lo que hace y tomar ejemplo, porque es lo mejor de nosotros mismos.”, concluyó Gibson.

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