Crítica de «Argylle: Agente secreto» de Matthew Vaughn (2024)

El director Matthew Vaughn, responsable de la adaptación de «Kick Ass» (2010), «X Men: Primera Generación» (2011), «Kingsman» (2014) y sus dos secuelas, vuelve a dirigir un largometraje que combina la acción y la comedia.

Todos sabemos que Vaughn logró cosechar varios éxitos dentro del mainstream gracias a su estilo característico que aglutina una estética pop bien marcada, combinada con un profundo entendimiento de la acción y su conjunción con la comedia. Si a eso le sumamos coreografías elaboradas, un humor irreverente y también cierto gusto por la desfachatez tendemos una idea de por dónde andan sus inquietudes como realizador.

«Argylle» no es la excepción a la regla. De hecho, tanto para bien como para mal, esta nueva propuesta cinematográfica se pasa de hiperbólica y justamente tiene todos estos elementos llevados a la enésima potencia. La película abre con una secuencia de acción protagonizada por Argylle (Henry Cavill) en una despampanante (y super digitalizada) Grecia donde el agente se encuentra en medio de una misión. Conviene no adelantar muchos detalles de la trama que está repleta de giros, pero básicamente Argylle es un personaje ficticio proveniente de la mente de Elly Conway (Bryce Dallas Howard), una escritora de novelas introvertida y solitaria que se ve inmersa en una conspiración internacional muy similar a las que describen sus novelas. Viéndose entre la espada y la pared deberá confiar en la ayuda de otro espía, Aidan (el siempre correcto Sam Rockwell).

El film tiene un cast repleto de estrellas entre las que se encuentran Dua Lipa, Samuel L. Jackson, Bryan Cranston, Catherine O’Hara, Ariana Debose, John Cena, pero la realidad es que muchos de ellos tienen una participación limitada incluso prácticamente al borde de ser un cameo más allá de que la campaña publicitaria quiera sugerir lo contrario desde sus posters. Si bien uno puede entender las críticas (la prensa internacional destruyó a la película) a la nueva propuesta de Vaughn, especialmente todas las relacionadas con el uso exacerbado del CGI y su look visual entre barato y poco efectivo, lo cierto es que el film es bastante entretenido y logra conjugar varias secuencias de acción, con una ejecución lograda que son poco frecuentes en el Hollywood actual. Obviamente, esto se ve empañado por la frialdad y lo lamentable que se ven las creaciones digitales, opacando la mirada del director y su entendimiento de la puesta en escena en el cine de acción.

Por otro lado, «Argylle» probablemente siga la tendencia de varios directores modernos que llevan una carrera más o menos exitosa y repentinamente «enloquecen de poder», queriendo redoblar la apuesta de lo que los llevó a la cresta de la ola. Es allí donde las películas se retornan repetitivas, o en el caso de «Argylle» en esa búsqueda por superar la grandilocuencia pasada se la nota exacerbada tanto desde lo narrativo con la acumulación de los giros (varios logrados otros tantos tirados de los pelos inclusos para los parámetros del absurdo al que apela el director), como desde lo visual. Es allí donde el relato va dando tumbos, en su búsqueda de originalidad o ingenio constante termina agotando al espectador. Incluso puede llegar a irritar (me incluyó) a ciertas personas con esas conexiones forzadas, provenientes de la televisión más que del cine, que abundan hoy en día en el cine pochoclero, buscando conectar con una escena post-créditos totalmente caprichosa y arbitraria con otros productos exitosos.

En síntesis, «Argylle: Agente secreto» logra atraer al espectador mediante un elenco de grandes estrellas, especialmente por el dúo protagónico de Howard y Rockwell que son los únicos que parecen estar a tono de la propuesta; y también gracias a ciertos pasajes de acción elaborados. Sin embargo, para algunos podrá resultar muy similar a otras propuestas de Vaughn y un tanto cansadora, así como también podrán verse desconectados del relato por el puro efectismo, la fealdad de las poco bien llevadas green screens y el CGI en general.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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